|
||||||||
|
||||||||
|
Cuando Lenin escribe Imperialismo escribe capitalismo. Solamente los sedicentes marxistas-leninistas han podido pensar, en su interpretación del Imperialismo, o del "leninismo" como fase nueva, que esta fórmula renegase de las premisas del marxismo del siglo XIX.
El capitalismo, una vez acabada la época, al menos en los países de vieja industrialización, de las definiciones nacionales, sólo podía desembocar en el imperialismo, con sus expresiones de opresión colonial y de presión sobre el proletariado metropolitano, hasta llegar a las inevitables guerras entre Estados, que nosotros siempre hemos definido como guerra social más que nacional.
Cuando, parafraseando inconscientemente nuestros textos, algunos ideólogos burgueses metidos a "politólogos" o a "estrategas militares" admiten que la guerra antiterrorista es la última modalidad de guerra tradicional o convencional, sólo se refieren a un tipo de guerra "con un enemigo invisible" en la cual los más martirizados son los así llamados "civiles", más todavía que los militares involucrados en las operaciones.
Si se tuviese la paciencia de cuantificar estadísticamente el número de las víctimas "civiles" de las diversas formas de guerra, desde las empresas napoleónicas hasta hoy, podremos representar esta cantidad en gráficos en los que la última guerra mundial destacaría ampliamente. Sabemos muy bien porqué se manifiesta este fenómeno: porque en el modo de producción capitalista la guerra no tiene ya la función de un mero choque territorial entre las potencias, sino de lucha económica y comercial ligada a determinados niveles de desarrollo de las fuerzas productivas.
Los proletarios están llamados no sólo a "producir" según la relación que los liga al Capital como relación social, sino a sostener el peso de las acciones militares, y así padecer las necesarias sangrías que son necesarias para la guerra, entendida como agudizamiento de los contenciosos abiertos entre las opuestas bandas burguesas en el mundo.
Por eso para nosotros la guerra no comporta simplemente el estudio de las cuestiones específicamente estratégico-militares, que también nos interesan, sino sobre todo el cuadro completo que liga la producción al fenómeno guerra, con todas sus posibles implicaciones.
En la fase imperialista sabemos que la guerra estalla en el momento justo, una vez que las contradicciones llegan a su punto álgido. Si es cierto, parafraseando al archiutilizado Clausewitz, que la guerra es la continuación de la política (y de la economía), hay que decir que continuación no significa suspensión ni de la producción, ni de la política, ni de la diplomacia, sino el predominio de una función sobre otra, hasta el punto de que una – la guerra y la cuestión militar – predomina claramente sobre las otras y las subordina por una serie de factores que hay que analizar y explicar.
Hoy, en el clima de casi total falta de influencia de la corriente revolucionaria, se ha llegado a reconocer que el factor militar puede ser útil para la recuperación económica amenazada por el estancamiento, de tal modo que se dice abiertamente "bienvenida sea la guerra". No pretendemos hacer una cuestión moral o peor aún moralista de indagación acerca del fenómeno guerra, pero nunca aceptaremos la guerra capitalista como una inevitabilidad ante la cual hay que sucumbir, pese a que la clase obrera a nivel general, se encuentra muy atada por las lógicas nacionales y supranacionales.
Ver cuando, y según que circunstancias, la guerra se convierte en argumento a la orden del día, y según que participación de Estado y áreas, no es un ejercicio académico sino una necesidad.
Ya hemos señalado de qué manera comenzaron a bambolearse los equilibrios surgidos en Yalta, tras decenios de guerra fría en el curso de los cuales cada bloque sacrificó sobre el altar de los equilibrios surgidos de la Segunda Guerra mundial, cualquier incursión seria en el área de influencia ajena. Desde Berlín en 1953, a la revuelta húngara, a la invasión de Checoslovaquia en 1968, a la crisis polaca que culminó en 1979, hemos observado como, a pesar de las polémicas y las "condenas", el así llamado Occidente no se ha movido nuca militarmente, excepción hecha del caso de Cuba, ya que se ponía en discusión la doctrina Monroe enunciada en 1823, bajo la fórmula "América para los Americanos"... Valor y resistencia de las doctrinas, ¿no es cierto señores yanquis? En esa ocasión hubo riesgo de guerra atómica, o al menos eso es lo que se ha dicho. Pero el bluff soviético se manifestó por lo que era. No se tira por tierra un equilibrio surgido de una carnicería mundial, aunque precario, sólo 15 años después.
Y sin embargo el imperialismo mundial, no sólo los USA, no dejaba de moverse. Tras el síndrome del Vietnam, por lo que respecta a los Estados Unidos, y después que los países satélites de la URSS se fueran apartando de ella, es cuando los equilibrios de Yalta han empezado a cuestionarse. Por encima de todas las fantasías acerca de la agresividad rusa, nadie puede poner en discusión que Rusia no se ha dirigido contra Occidente, ni podía hacerlo, al igual que no es menos cierto que su derrota en la competición de la así llamada coexistencia, teorizada por el "zapatero" Krusciov, ha empujado al imperio a la explosión declarando su fin de manera más bien pacífica. De qué manera tan poco gloriosa ha caído el mito Rusia, tal y como habíamos pronosticado desde hacía tiempo, nosotros solos frente a todos.
Pero nunca hemos considerado la dinámica imperialista como inmodificable e inamovible. En los años 1975-1980 ya empezamos a prever líneas de movimiento, que definimos con la alternativa: o guerra o revolución. Naturalmente en medio de las risotadas de nuestros adversarios, al menos de aquellos que nos leían. Demasiado simplista, imposible, esquemático, etc. En realidad nadie, creemos, ha querido hacer de Nostradamus en esta ocasión. Nuestra alternativa no es coyuntural, sino que es histórica en la fase imperialista. Han pasado decenios, incluso de "desilusión", de espera pesada y aplastante, pero para nosotros el tiempo de la historia, largo o corto, es tiempo histórico, que nadie puede manipular a su gusto.
Una vez desaparecidos los vetos militares, con la caída de la URSS, era inevitable que se perfilasen nuevos equilibrios geopolíticos, que por cierto ya existían de manera embrionaria antes de que cayese el Muro.
Para nosotros el imperialismo ruso coqueteaba desde hacía tiempo con el imperialismo occidental, más organizado y "articulado"; pero las estructuras económicas de un área pueden estar enmascaradas por superestructuras políticas, como sucedió durante más de 60 años. Bajo esa presión el oportunismo estalinista había encandilado al proletariado, con el pretexto de que sus luchas contarían con el apoyo ruso. Nosotros siempre lo hemos negado. De esta manera, cuando durante el pasado decenio 1990-2000 el imperialismo USA dominante y sus satélites, ha pensado en actuar como gendarme único del aparato político mundial, no sólo no nos ha sorprendido, sino que hemos sabido ver cómo la situación se pondría en movimiento, no en previsión de la "paz perpetua", sino de nuevos, y no completamente previsibles alineamientos mundiales.
El hecho de que los USA hayan "humillado" a Rusia en la guerra con Irak, ha demostrado la superioridad neta de los instrumentos de destrucción a su disposición; en el decenio la constante tentativa de erosionar la influencia rusa, hasta llegar a atraer bajo su órbita a los ex Estados satélites, ha llevado a la situación actual, mientras que en virtud de tres guerras balcánicas y de la última guerra afgana, el acercamiento estratégico está involucrando a una serie de Estados que van desde el Mar Caspio a la India. La vieja potencia rusa se encuentra, según la táctica ya practicada desde Kotuzov a Stalin, jugando a la defensiva, sin oponerse a la NATO. ¿Pero es que podría hacer otra cosa?
Ahora con el enemigo común islámico, tal vez el poderoso ex enemigo ayude al viejo oso polar a sacar algunas castañas del fuego. Pero estos alineamientos están en fase de consolidación, y necesitan recursos y grandes despliegues de fuerzas.
Para ello es necesario el petróleo, las fuentes de energía (no hay otras fuentes alternativas creíbles) que yacen en el Mar Caspio, y abarcan a todo el área que va desde los Balcanes hasta el Océano Índico. En este escenario, el acto terrorista del 11 de septiembre se inscribe dentro de un guión que si bien no era muy conocido en su totalidad, no era ajeno a ciertos temores dentro de los USA. Una serie de episodios significativos, como lo ocurrido en Kenia y un precedente atentado a las torres perpetrado por un ultra americano, que no se indagó a fondo, avisaban ya acerca de la "guerra terrorista" desde hacía mucho tiempo.
El proceso de "militarización" de amplias zonas del globo, en particular de la que va desde el Adriático inferior hasta el Índico, significa control territorial de los yacimientos y de los recursos petrolíferos que se estiman interesantes para los países industrializados, al menos para 20 años.
La historia gasta estas bromas: si ampliamos el evento y lo ligamos a otros, buscando una lógica que los ligue de algún modo, lo que parecía "singular" o irrepetible, asume contornos reales, y en un cierto sentido con una continuidad ejemplar. Y algunos comienzan a disparatar, sólo porque está de moda hablar de "guerras virtuales", como hace el filósofo Cacciari, conocido federalista de izquierda, al afirmar que "la época de las voluntades hegemónicas contrapuestas, de los "Estados combatientes" ha terminado", y a continuación reconoce que "ningún Estado, por su propia naturaleza intrínseca, puede ejercer un gobierno mundial efectivo" (Corriere Economia, 12-10-2001).
En efecto, el imperialismo no es un Superestado, no hay que identificarlo con una única potencia devastadora. Es algo aún peor: es el choque inevitable de necesidades y apetitos que no pueden ocultarse de ningún modo, ni siquiera cuando se es víctima. Teniendo en la mente la maquinaria bélica puesta a punto durante decenios por los Estados imperialistas, ¡cómo puede pensarse que el polvorín no estalle cuando llegue el momento, se quiera o no se quiera!
La "guerra" se define como "operación de policía internacional", tal y como sugiere la inconsciencia oportunista, y eso para que no se tenga en cuenta la lección secular de dos matanzas imperialistas y otras 169 guerras "menores" como fueron llamadas las que devastaron durante decenios África, Asia y América Latina. Es el sucedáneo momentáneo de la "guerra abierta". Ciertamente, "policía internacional" alude a medidas de "seguridad" contra el "enemigo invisible", protegido por los "Estados canallas", los cuales en el momento oportuno se han declarado sorprendidos por la mala fe de los fundamentalistas. No son una excepción los curas barbudos de Kabul, del país aparentemente más pobre, poblado por tribus formadas por una multitud de fanáticos que ya fueron utilizados por el propio imperialismo tecnológico para sus propios fines. No hay nada más que ver el mapa que señala el paso real y proyectado de los oleoductos, y entonces se comprenderá algo.
Del juego y de la ambigüedad de las palabras sabemos algo: si quisiéramos ser sutiles, cada fase de la guerra entre fracciones opuestas del Capital ha sido designada con un nombre especial. Tras la belle époque de comienzos del siglo XX vino la "Gran Guerra", nombre majestuoso que infundía respeto y terror; después la "Guerra Democrática" contra la "Barbarie nazi y fascista", guerra noble por excelencia, y que tenía como fin derrotar al "loco furioso enviado por el demonio" (reciente definición del experto Ratzinger); después la "Guerra Fría", que para los más desafortunados fue helada, al estar en manos de su propio bloque. Después el periodo de 1990-2000, marcado por la peor guerra, la llamada "Humanitaria" que, en nombre del nuevo orden mundial, ha hecho de América el "Gendarme Único", que en nombre del "Pensamiento Único", habría debido marcar el fin de todas las guerras, inaugurando la "Globalización", el reino del mercado, una nueva belle époque a ritmo de rock y con la desenfrenada sociedad de los consumos, del sexo y de la carne barata, cruda y cocinada... Pero ha durado poco, y la realidad se presenta de manera oscura y amenazadora. Pero en todos estos nombres estaba y está presente la semilla que la había dado vida: el capitalismo imperialista.
Pero hay quien recae en la metafísica inevitablemente, con la habitual consideración de que siempre ha habido guerras y siempre las habrá; a menos que llegue una "revolución interior" del Hombre.
Puesto que es urgente atenerse a un análisis concreto de la situación concreta, se trata de establecer hasta qué punto hay que dilatar el tiempo y el espacio a examinar: nosotros lo hemos dicho desde nuestros orígenes: el siglo XX, una vez acabadas las guerras para definir los límites nacionales, al menos en Europa, es el largo siglo (y no breve como dice Hobsbawm) de las guerras antiproletarias de las que no se ve el fin, y eso que el siglo ya ha terminado.
Hay una objeción digna de mención, y es que Europa no es el mundo, y echaremos mano de nuestro texto Factores de raza y nación. Y por ello no podemos caer en la fórmula étnico-racial según la cual Europa siempre ha pecado de "eurocentrismo", no consiguiendo valorar plenamente la aportación y las especificidades de otras áreas geográficas y culturales.
El mismo Marx ha sido acusado a menudo de racismo pro alemán, por haber ensalzado la dialéctica moderna nacida en ese país con Hegel, por no haber tenido una buena consideración de la cultura asiática, etc. Aclararemos, precisamente a quien en nombre del relativismo no consigue comprender la "relatividad" no sólo aplicada al mundo físico y natural, sino también al plano histórico y social, que es inútil fingir no ver que en la época de la industrialización, la cultura del viejo continente ha predominado, ha irradiado poder y potencia económica y cultural. ¿Qué deberíamos hacer: hacer como que no lo vemos, y quizás no comprender porqué Marx habla de conjugar la economía política inglesa, con la política francesa y la filosofía alemana? Por lo menos demostró ser (¡que no se revuelva en su tumba!) europeo mucho antes que esos señores.
Pero la cuestión no es esta. Es que el desarrollo de las fuerzas productivas, irradiándose desde la favorecida, también por el clima, civilización anglosajona, ha plasmado el mundo entero a su imagen. No nos lamentamos por ello, ya que sería perder el tiempo, y quizás injustamente.
El tantas veces citado abusivamente Huntigton (The crash of the civilisations), que se mueve sobre la onda de las "superestructuras" como hacen todos aquellos que quieren esconder el odiado economicismo (que para nosotros es claramente insuficiente), intenta descifrar las tensiones del nuevo milenio. Está fuera de discusión que el predominio de la tecnología producida por Occidente obliga a determinadas culturas con auge en el pasado, a adaptarse al imperialismo preeminente del área anglosajona, ya sea en el área de Oriente Próximo (que abarca al hebraismo transplantado y al Islam), el área india hinduista, el confucionismo disfrazado de "comunismo", o el shintoismo japonés. Pero si en nombre de las diversas áreas culturales no viésemos la infraestructura económica y social, entonces si que careceríamos de la teoría y de una clave de lectura de la actual crisis bélica.
No obstante debemos buscar seriamente las razones de la operación malamente enmascarada que tiende a ver en ciertas culturas, enfermas de integrismo, la causa del conflicto. Nosotros siempre hemos defendido que cuando el Capital se viste con las odiosas características del nacionalismo extremo, desde el fascismo al nazismo, y hoy el terrorismo con fondo religioso, tenía y tiene que ocultar intereses inconciliables, que sólo con la fuerza se pueden si no anular, al menos colocar al mismo nivel el contencioso acumulado históricamente.
Está claro que las naciones islámicas, muy diferentes y variadas en su desarrollo, han creído que podían vivir de las rentas del petróleo durante mucho tiempo, desde la crisis de 1973, cuando los "petrodólares" parecían poner de rodillas a la economía occidental, especialmente a la estadounidense. Sin embargo, y pese a que Arabia Saudita está gobernada por los "wahabitas" (doctrinalmente el núcleo más integrista y conservador del Islam), se ha asistido al alineamiento de este país, el mayor productor de petróleo, con la superpotencia USA. ¿Cómo se explica este fenómeno respecto al "fundamentalismo" islámico? No caigamos en la trampa: el Islam, aparentemente impermeable al Capital entendido en sentido anglosajón, caerá, como cayó el cristianismo más atrasado, no bajo la presión de la neutral "Técnica" (véase a Severino), sino del Capital asesino. Y esto no porque para nosotros esta potencia sea un elemento insuperable y demoniaco, sino porque la superioridad de las fuerzas productivas modernas, al igual que ha vencido al feudalismo, así vencerá a la ummah.
Y sólo podrá ser derrotado por la coalición del trabajo asalariado, de los proletarios de todo el mundo unidos. ¿Pero dónde están? Se pregunta el infiel. ¿No veis cómo están sometidos, allí a Alá, aquí a la fábrica, a un patrón cada vez más anónimo? No os desesperéis. En esos periodos que la historia sabe crear, que se determinan, no por el motor de amor recíproco, sino por necesidad social (que también creará empatía efectiva, más que miseria y escuálida competición por recoger las migajas), esa coalición renacerá de sus cenizas, como el ave fénix.
Nadie parece "creernos". Y volviendo a los hechos, a los "asquerosos hechos", parece que tienen razón. Pero nosotros esperamos el veredicto de la historia. También a finales del siglo XIX los sofistas más hábiles se jactaban de haber colocado al marxismo en la "buhardilla",¡ y 15 años después lo tenían vivito y coleando, y de qué modo!
Fortalecidos con esta convicción, con estos datos irrefutables, debemos ocuparnos también del imperialismo, de sus detalles estratégicos y militares. El estudio serio y sistemático de Marx y Engels de las condiciones históricas de su época, de los alineamientos reales y posibles, no pretendía ser académico; al igual que no se ilusionaban con crearlos a voluntad. Pero en la época de la "revolución doble" posible en determinadas áreas, eran necesarias e inevitables ciertas alianzas, y el alineamiento momentáneo del proletariado junto a la burguesía progresista era vital.
¿Y hoy? No es suficiente decir que ya, en la suprema fase del capitalismo, no se plantean para nada estos problemas. Es cierto que en las áreas metropolitanas no. Pero en áreas atrasadas, en las que están a la orden del día cuestiones tribales, de uso cínico de las diferencias entre "grupos dirigentes" corrompidos con otros ambiciosos o impotentes, no está cerrado. El análisis concreto de la situación concreta es todavía útil y necesario. El Partido deberá hacerse cargo de esto. Y de hecho, en la medida de sus posibilidades, lo ha hecho. Nos referimos al trabajo sobre Sudáfrica, Etiopía, y otros muy elaborados sobre China. Ciertamente, el mundo globalizado de hoy no es de la Europa del siglo XIX, y paradójicamente solamente para conocerlo sería necesaria una fuerza del Partido 10 veces más fuerte que la de esa época. Pero también es cierto que doctrinalmente el problema fundamental es la brújula, la capacidad de orientarse. Y sobre todo la fuerza, que últimamente ha estado diezmada por la traición.
Concluyendo velozmente sobre el tema que nos ocupa, tenemos la "fortuna" de asistir a luchas internas del imperialismo que no tienen nada que ver con expresiones del tipo "tigres de papel", o las últimas necedades de Negri, que en su último "Empire" (precisamente publicado por Harvard, o lo que es lo mismo: la América universitaria) sostiene que la "globalización en sí no es un mal porque finalmente ha terminado con los Estados nacionales".
El imperialismo sabe que está atravesando una época difícil. Si recurriese a los medios militares, lo haría con fuerzas destructivas, pero, a su vez, está aprendiendo que la "destrucción" debería ser "creativa", y no simplemente "destructiva". Observemos la ingenuidad de Einstein que, genial en física, era tan ingenuo en política hasta el punto de decir que "la IV guerra mundial se llevará a cabo con piedras". La dialéctica materialista no reduce todo a la fuerza: sabe reconocer el valor de la política, porque conoce bien la naturaleza de la economía que la sostiene, los intereses que la animan. Pero en última instancia sabe que la economía es el producto de un largo periodo, de modos de producción, de formas que para modelarse han metabolizado personas y cosas.
Por lo tanto, sabemos que la guerra imperialista, por encima de los nombres que podamos darle por comodidad, es el fruto de los modos de producir y de pensar antagonistas. Es cierto que ni los USA ni los demás contendientes dejarán el campo libre al socialismo sin lágrimas y sangre. Pero deberán ceder ante el poder de las fuerzas productivas que han invocado.
Por lo que a nosotros respecta nos toca no perder de vista las condiciones
reales efectivas, no inflándolas con ilusiones, pero tampoco infravalorándolas.
En estos últimos tiempos algunos "estrategas", a nivel mundial, han señalado que en ciertas áreas del planeta la exclusiva del uso de la violencia, que por "contrato social" debería pertenecer al Estado, está en manos de grupos no identificados, desde mafias y ambientes criminales de gran calibre hasta terroristas coaligados, mediante cláusulas y acuerdos que hay que comprender. La cuestión es muy importante, pues Lenin en "Estado y Revolución" reconoce a los "Estados soberanos capitalistas" ser los "comités de negocios" de la burguesía.
Esto no significa que los Estados del mundo, ayer y hoy, estén en grado de realizar una reserva efectiva del uso de la fuerza. Eso es imputable a la anarquía propia del modo de producción capitalista, que no se limita a las relaciones productivas, a la concurrencia sólo en las "leales" intenciones, sino que invade también el terreno de la así llamada "soberanía". Esta observación nos sirve para remarcar que el presunto "orden" es incompatible con la anarquía del mercado y de las relaciones entre las fracciones opuestas del Capital.
Cuando determinados Estados han introducido la "dictadura", como en el caso del fascismo y del nazismo, por no hablar de la degeneración estalinista en Rusia, no por eso han sabido poner orden en su territorio, por la simple razón de que orden sin justicia es latrocinio (¡Agostino docet!, algo que por otra parte nuestra doctrina ha afirmado desde siempre).
Por tanto, para comprender bien cuáles son los poderes, las fuerzas a las órdenes de los Estados imperialistas hoy, debemos comprender cuánto y hasta qué punto la burguesía de los diversos países confía en su "comité de negocios" centralizado en los respectivos Estados-nación, y cuándo por el contrario recurre a grupos irregulares, para aumentar su eficacia o verse favorecida. Todos los estudiosos han debido subrayar que en sus orígenes los Estados autoritarios, o "totalitarios", han visto allanado el terreno por "bandas de irregulares" descontentos con la escasa eficacia del aparato estatal vigente. Piénsese en los "fasci di combattimento" de 1919 en Italia, en el naciente nacionalsocialismo alemán, que asistió a sangrientos ajustes de cuentas como la eliminación de las S.A de Röhm por parte de las S.S de Himmler. En definitiva, los "irregulares", bajo nuestro punto de vista, no fueron los "antiestado", tal y como han manifestado lamentándose los demócratas (¡ellos son cada vez más los que hablan de la "continuidad del Estado"!). Los "irregulares" han representado las fuerzas de apoyo al "comité de negocios" permanente del Capital.
Por tanto la gran campaña actual contra el terrorismo internacional debería entenderse como la continuación de una función: el imperialismo en su interna e inextinguible tendencia a fagocitar al proletariado, mientras éste no se decida a reorganizarse a escala general, necesita señalar objetivos, enemigos. Esto a nivel ideológico: a nivel práctico los ejércitos irregulares en cualquier parte del mundo son el termómetro del profundo malestar en el que se encuentran los Estados nacionales, apremiados por nuevas exigencias, con la constante necesidad de mantener alta la tensión.
Naturalmente el fenómeno es netamente antiproletario, puesto que impide la organización disciplinada, la defensa económica y la posibilidad de permitir una influencia adecuada al partido de clase. Tal y como se ha experimentado a lo largo de los llamados años de plomo en Italia (pero también en países interesados en el fenómeno por otras razones, como España, Irlanda del Norte, Oriente Próximo con el conflicto palestino - israelí), cuando los irregulares han comenzado a disparar, la clase obrera ha sido sometida a estado de asedio por los aparatos regulares, quienes de esta forma han podido apretar el nudo sobre cualquier tentativa de reorganización de clase. Según nuestra interpretación el terrorismo a escala tanto nacional como transnacional, no es ajeno a la lógica de los Estados-nación o de los aparatos supranacionales en vías de formación. Sin pretender conocer al detalle sus confusas estrategias, sabemos por experiencia secular que siempre son inevitablemente antiproletarias. La naciente historiografía sobre su función no puede negar su utilización por parte de los aparatos "legales", según la táctica de los "servicios paralelos" dedicados a "despistar", encaminar, distorsionar, sugerir... En definitiva, también dentro del aparato "legal" y "legítimo" del Estado oficial, el límite entre "legalidad" e "ilegalidad" es un problema siempre abierto.
Si es cierto, como defienden algunos estrategas, que fuerzas sumamente complejas, se entremezclan, hasta el punto de configurar aparatos militares extraestatales, cabe preguntarse cuál es la situación de las fuerzas militares en liza en la actual realidad imperialista. Si queremos hablar de ello, no por razones polémicas sino "cognoscitivas", siendo necesario si se pretende representar uno o más escenarios creíbles, entonces deberemos depurar los acontecimientos de la propaganda oficial, ya que su función es la de influenciar, tener bajo control a la así llamada opinión pública. Los mismos partidarios de la sociedad burguesa, cuando hablan entre ellos, se ven obligados a dejar a un lado el biombo y a reconocer la relación de fuerzas.
La tapadera democrática no puede negar que, especialmente en los momentos cruciales, las decisiones deben ser "secretas", las garantías legales "suspendidas" en gran parte; no es aventurado decir que en "democracia" existirá en su momento el control del voto. Pero mientras tanto, según recientes publicaciones de carácter historiográfico, se ha sabido que el demócrata Roosevelt, aprovechó el ataque japonés a Pearl Harbour, del cual estaba ya al corriente, para sacar de su aislacionismo a los Estados Unidos. Y cabe preguntarse: ¿y si hubiese perdido la partida, como le sucedió al "duce"?
Según nuestra crítica la sustancia de los aparatos militares representa el núcleo duro que en el momento oportuno hace sentir su peso. El Estado imperialista, ya se presente bajo ropaje democrático, o bajo el "autoritario", sigue siendo el "Estado". Esto es reconocido precisamente en esta época, cuando el espíritu liberal ha pretendido demoler o redimensionar la función del Estado, hasta llegar a los planteamientos del "anarcocapitalismo", precisamente en los USA. Hace un cierto efecto, inmediatamente tras el ataque a las torres gemelas, escuchar a un liberal como el politólogo Panebianco, titular un artículo en Corriere della Sera "El retorno del Estado, en guerra y en paz", admitiendo que esta entidad dada por superada, y puesta en entredicho por el mercado global, se está colocando otra vez en el centro de la escena.
Esto no nos sorprende, ya que nunca hemos dejado de afirmar que el Estado burgués y sus modernas ramificaciones en organismos supranacionales son el tema político central desde siempre. ¿Está pasando la borrachera de la "globalización" sin citar nunca su verdadero nombre, imperialismo? "Tanto la política "anti" como la política "pro" globalización parece que se estaban "territorializándose" [¡otra palabra mágica!], reorganizándose de tal forma que desplazaban a los Estados, acelerando su obsolescencia (...), y entonces llegó el 11 de septiembre, estallando una guerra verdaderamente "sui generis", que no creo que sea ilícito llamar "tercera guerra mundial". Y todo lo que se daba por aceptado se ha puesto en discusión. No es seguro que la globalización continúe, o por lo menos que lo siga haciendo con los ritmos tumultuosos del último decenio". Por suerte no ha utilizado el término "fin de la belle èpoque... pero en definitiva el reconocimiento de que la "tercera guerra mundial está en marcha" ya empieza a escucharse. Sabemos muy bien cuanto se ha discutido y se discutirá acerca del "inicio"de las guerras. Para nosotros, que siempre hemos defendido que en último análisis la guerra capitalista contra el proletariado es "permanente", oír ciertas cosas, ciertos reconocimientos es de un cierto interés.
Después siguen consideraciones "comparativas" con otras calamidades del pasado: "El estallido de la primera guerra mundial determinó el fin de la globalización de los mercados que había involucrado al mundo occidental en el medio siglo anterior. Sólo a fines de los años 70 del siglo XX, por ejemplo, el intercambio comercial retornó al nivel que había alcanzado en 1914. Hoy la intensificación de los controles sobre los desplazamientos de hombres y cosas es debida a la necesidad de prevenir nuevos atentados, los nuevos controles estatales (destinados presumiblemente a extenderse cada vez más) sobre los movimientos bancarios con el fin de golpear la "financiación terrorista", las más que probables restricciones de ciertas libertades personales debido a las exigencias de la lucha contra las redes terroristas dentro de los países occidentales…". Cuando hemos dicho que liberalismo y proteccionismo son las dos caras de una misma moneda, hemos sido acusados de "estatalistas" empedernidos, partidarios de la centralización en una época en la que todos se han convertido en federalistas o modelos similares. Pero tendrían que explicarnos cuál es el nexo entre las perspectivas federalistas y las necesidades militares que realzan la función del Estado central, por encima de los programas interestatales de tipo militar, logístico o estratégico.
La explicación es esta: "Si la globalización se retrasa o retrocede, entonces el Estado volverá desempeñar una función política de primer orden. La causa de esto "es precisamente la guerra". Cincuenta y tantos años de paz (¿?) han hecho creer a muchos, en Europa, que el Estado es, esencialmente un distribuidor de servicios, de pensiones, escuelas y seguridad interna. Pero no es así. El Estado, en su verdadera esencia, es una máquina de guerra. El Estado nace, sobre las cenizas de la anarquía feudal, de la guerra. Y es la guerra la que lo convierte, a través de los siglos, en una gran organización burocrática. En Europa, tierra que lo ve nacer, el Estado compite mediante las armas, de manera darwiniana, contra todo tipo de organización política, precisamente porque se revela como la "máquina de guerra más eficiente"".
Por un lado, pues, se reconoce la naturaleza, la esencia del Estado. Pero al final, y con la imagen de la "maquina de guerra" que nos es familiar, acaba exagerando; y sobre las clases ni una sola referencia. Un poco como Dühring, para quien la causa de todo es la violencia. Es la guerra la que da origen al Estado, es la violencia quien lo alimenta y lo hace crecer. Esto en parte es cierto, pero nosotros no somos tan drásticos y unilaterales. El "comité de negocios de la burguesía" no lleva a cabo, para nuestra escuela, una función exclusivamente militar, si bien ésta es central e indispensable. El Estado se ocupa de todos los asuntos del Capital, y tiene una razón para ello: maximizar el beneficio. Si para alcanzar este objetivo, en determinadas condiciones, el proteccionismo es más eficaz y funcional que el "liberalismo", no habrá problemas para determinar las condiciones que lo favorecen. El "comité de negocios" persigue este fin, y por eso que hoy, tras el ataque a las torres, se descubra que el Estado es ante todo una "máquina de guerra" significa poco; pero si esta conocida "máquina de guerra", en un clima de "recesión económica" (iniciada antes del ataque a las torres), pide la suspensión de las libertades personales o su limitación, y el final del liberalismo "desenfrenado", entonces nada puede detenerla.
Esto explica porqué el principiante Bush ha aprendido inmediatamente la lección: la guerra será larga... durará años. ¿Para derrotar al enemigo invisible? No, para ofrecer beneficios al Capital de quien es el mayor servidor. Y esto lo saben bien los industriales americanos (y de todo el mundo, que rápidamente han prometido su total colaboración). El hecho es que constitucionalmente las emociones, incluso fuertes y sinceras, duran poco, según su naturaleza, mientras las "razones del Capital" como fuerza histórica, permanecen y atraviesan no sólo los momentos, sino también los años, los decenios, los siglos.
La estrategia militar no hay que confundirla con la "logística", porque su "lógica" es algo más complejo y serio. Por este motivo –y lo decimos desde siempre– la guerra no es una cuestión militar o en manos exclusivas de los militares, sino una cuestión política que es el reflejo de las determinaciones económicas, y sólo puede confiarse a la lógica de clase, lo sepan o no lo sepan los actores en escena en un momento determinado.
Tras la emoción del momento, se reconoce sin términos medios que el escenario actual de la "guerra terrorista" ha sido preparado desde hacía tiempo por el Capital ligado a la industria del petróleo, a la política ambigua de Arabia Saudita, a las reservas de los USA que deben decidir si meten mano a los yacimientos de Alaska, de Méjico, o continúan los tratos con el gran productor, con los precios del mercado medio oriental, más favorables en general.
Inevitablemente cuando la guerra "estalla" toda la atención se centra en las "operaciones militares", y no hay quien no haga en cierto modo de estratega: esto es lo que está sucediendo ante nuestros ojos.
Las soluciones drásticas, queridas por los "militares" de academia, que piden tener las manos libres, llevando a cabo su guerra tecnológica cortando por lo sano o mediante la blitz krieg [guerra relámpago] definitiva, se unen a las propias de los otros aparatos del Estado, combinando la diplomacia y la economía.
En el caso de la "guerra terrorista" hay quien ha señalado que el insidioso e invisible enemigo sólo puede ser derrotado mediante una acmpaña de "inteligence" calculada y secreta. ¿Pero estamos seguros de que las cosas se plantean realmente en estos términos? Si los enemigos, entre los directos y potenciales, alcanzan la cifra nada desdeñable de 60 Estados, cabe preguntarse cómo puede terminar en breve plazo y según unos planes racionales.
Nuestra tesis es muy distinta: hace tiempo que el Capital en su fase imperialista, con tasas de beneficio con una tendencia inevitable a la contracción, no puede contentarse con guerritas regionales, aunque sean importantes estratégicamente. Necesita volver a limpiar el ambiente para crear condiciones de destrucción en grado de proporcionar nuevas tasas de beneficio elevadas, lo cual sólo puede ser garantizado por una guerra muy larga y dura. En segundo lugar, porque el casus belli esta vez es clarísimo, y se trata de no dejar escapar la ocasión para poner en vereda a amigos y enemigos, tibios e inciertos. El alineamiento que se va bosquejando es de lo más variado. La ex - URSS, tras un decenio de anarquía interna, necesita reorganizarse; si los USA le ayudan a sacar alguna castaña del fuego, bienvenidos sean. China, con su "comunismo capitalista" es una gran potencia que debería ocupar la escena de un modo cada vez más evidente (y ya se habla que con consecuencias preocupantes, pero sólo a partir del año 2015) y su máximo interés ahora es ofrecer una imagen de moderación y equilibrio.
Por lo tanto, algunos "gigantes" no lo son tanto, si nos atenemos a las declaraciones oficiales. No obstante lo que interesa especialmente es que la función del Estado, una vez más es insustituible, aunque la guerra sea anómala, antiterrorista. "La intervención armada contra el Afganistán de los talibanes, demuestra que también el "enemigo" se ve obligado a "reterritorializarse", a hacerse, a su pesar, Estado".
Resulta por tanto una utopía la acusación que se le hace al movimiento fundamentalista islámico de Bin Laden, de ser una fuerza sin base territorial, extremista y nihilista, y sin un fundamento válido. En realidad, al igual que el terrorismo a escala internacional tiende a hacerse "Estado", así el terrorismo a escala internacional tiende a apoyarse en determinados complejos estatales. Al igual que nosotros defendemos la tesis según la cual es utópica y absurda la idea burguesa de una comunidad superestatal, que administre equitativamente el capital, se llame "nuevo orden mundial" o como se quiera, también estamos convencidos de que la toma del poder por el comunismo no será genéricamente "internacional", porque la conquista del Estado deberá realizarse en determinados ámbitos geo-políticos, que no excluyen a los actuales Estados "nacionales". Toda la algarabía que se ha formado acerca de la época "post-estatal", "transnacional", está destinada a chocar con la realidad de los Estados, los cuales están vivos y coleando y cuya función es doble: la clásica de represión interna y agresión - defensa ante Estados extranjeros. El mismo autor no obstante reconoce que "la teoría de la soberanía estatal distingue entre soberanía externa e interna (...). Pero soberanía externa e interna están conectadas. La recuperación de la soberanía externa por efecto de la guerra viene acompañada de un aumento de la soberanía interna, en el sentido de un mayor peso del Estado". Es fácil comprender en qué sentido: la guerra llevada hasta el límite trae consigo la presión sobre las clases subalternas en el interior, con el temor al derrotismo y al ataque al Estado en guerra contra el "enemigo".
Lo que hay que destacar es que las fugas hacia delante no están permitidas: por eso precisamente nosotros nunca hemos renunciado a una "teoría del Estado" específicamente nuestra. No estamos sobre el mismo terreno que Panebianco, pero su admisión de que el Estado "debido a la guerra" vuelve a retomar su evidente función, después de los eslóganes del tipo "menos Estado, más mercado", produce un cierto efecto. Cabe imaginarse, en las circunstancias que se están perfilando, qué papel harán todos esos que, frente a las limitaciones de las "libertades personales", la prisión preventiva por tiempo indeterminado, como ha propuesto el ministro de justicia Ashcroft, protesten en nombre del Estado de derecho. Nosotros sabemos desde siempre en qué consiste para el proletariado el "Estado de derecho": en trabajar, respetar los reglamentos, y respirar sólo para reproducir la fuerza de trabajo.
¿Y desde el punto de vista militar? Por ahora, en nombre de la guerra contra el enemigo invisible, se usarán "destacamentos de alta profesionalidad"... ¿Pero serán suficientes? No es una casualidad que en los últimos decenios se hayan pronunciado todos, a la derecha y a la izquierda, a favor de un "ejército de nueva concepción", renunciando así al ejército de reemplazo en el sentido tradicional. Nos reprocharán: ¿cómo vais a criticar ahora el ejército de reemplazo que absorbe obreros y campesinos, proletarios en general? La guerra la hacen los "especialistas", con unos riesgos inversamente proporcionales a la profesionalidad alcanzada. Y sin embargo son los así llamados "civiles" los que pagan... como si el asunto fuese más simpático y menos grave. Hasta el punto de que frente a las imprecaciones surgidas contra estas masacres, algunos se han indignado llegando a afirmar que "militares o civiles, todos están al mismo nivel ante el deber de la guerra". Al menos Federico II reservaba al ejército la función exclusiva de la guerra. Es algo absolutamente indiscutible que la guerra ha evolucionado según las exigencias de un modo de producción que de la movilización permanente, de la competición more militari ha hecho su secreto preferido para obtener los resultados deseados.
Una vez más, como puede verse, la alternativa estará clara: no sólo contra la guerra, porque siempre es sucia y mala, sino, como siempre hemos dicho, "Guerra a la Guerra, por la guerra revolucionaria". En caso diverso los proletarios y las clases medias pagarán el habitual tributo, que no sabemos todavía cuánto alcanzará.
Y ya que los expertos en polemizar, entre ellos el "emérito" Sartori, están disputando si se puede decir oficialmente que ha comenzado la III guerra mundial o no, es útil recordar que la "guerra"en sentido estricto está asumiendo, en la fase pútrida del imperialismo, tiempos y modos muy peculiares. Hemos sido realmente los únicos en sostener que las ciento y pico guerras menores, en plena guerra "fría", han sido una verdadera carnicería de los más pobres, aplastados y olvidados, provocando, especialmente en el último decenio, auténticos genocidios. Para la burguesía y el oportunismo eran episodios desagradables que podían turbar la "paz", y eso con la amenaza constante de la guerra atómica.
Hay quien se ha jactado de que nunca había habido más de 50 años de desarrollo creciente; para nosotros esto lo desmiente la tesis de la miseria creciente (relativa) del proletariado como clase a escala mundial. Blasfemia, naturalmente, para quien ha adoptado la escala de los Estados más industrializados, hablando de segundo y tercer mundo, fórmulas vomitivas que han dado a la clase obrera metropolitana la ilusión de formar parte de los "afortunados".
Por eso, sin importarnos el "estallido", la tercera guerra mundial se está desarrollando desde hace tiempo. Al igual que la punta del sismógrafo enloquece al medir la tasa de beneficio, el Capital, si bien no mecánicamente, ha debido alternar "guerra" y paz, ilusiones de paz perpetua con crisis periódicas, capaces de mandar todo a paseo, ya desde 1962 (crisis de Cuba), y con las invasiones de Hungría, Checoslovaquia y por poco Polonia, hasta el Vietnam, a Afganistán, que ha marcado el hundimiento de Rusia, y finalmente Irak. Pero para que esto cambie de una vez por todas habría que acabar con el Capital; mientras tanto lo que se escucha es que la "guerra será larga y dolorosa", y los corifeos del imperialismo no hacen más que repetir que el 11 de septiembre ha cambiado la vida de todos.
Y es que la vida de la clase obrera debe realmente cambiar.
Fructífera reunión de trabajo en Turín
Recurriendo a la clásica y programática paciencia revolucionaria, que según decía Lenin sonriendo, es el principal y necesario don del comunista marxista, nos esforzamos en mantener una sana conexión militante enfocada a la defensa de la doctrina original, que no requiere ni simplificaciones ni enriquecimientos personales, manteniendo un contacto vital con la clase obrera. Toda expresión de combatividad proletaria o semiproletaria, por muy modesta que sea, y que forma parte del choque histórico y universal entre las clases, es materia de investigación y una ocasión para presentar a los trabajadores los fines y los métodos del comunismo de izquierda. Nuestro entusiasmo materialista por las protestas obreras por mínimas que sean, o por los modestos progresos en la organización inmediata, o nuestro claro desprecio hacia las infamias burguesas, no sucumbe ante las debilidades de la prisa o de la renuncia. Ya sabíamos que no es un digno combatiente por el comunismo aquel que lo quiera ver con sus propios ojos o tocarlo con sus propias manos.
Tenemos que defender el partido, instrumento de la clase y ambiente vivo y refugio del comunismo. No se trata de un falansterio de privilegiados, y no es un modelo a copiar, no es una secta cerrada de sabios sino la doctrina viva, que es un hecho material y práctico, con una tradición, con tesis, módulos organizativos y de comportamiento, cuya continuidad nos esforzamos en mantener.
El objetivo de nuestros estudios es pues recordar lo que el movimiento ya sabía y comprender cuanto acaece enmarcándolo dentro del esquema general, previamente descubierto, descrito, verificado y conocido por todos.
En este grandísimo trabajo, que visto desde una óptica individual, parece hoy como algo paralizado, fuera del tiempo, ya que sólo desde la óptica del partido se puede conocer y medir el paso real del tiempo histórico en sus ciclos grandes y pequeños, continuamos oponiendo a los errores y a la descompuesta gesticulación del pensamiento y de la propaganda burguesa los bien conexionados módulos, en los que, a título expositivo, subdividimos el marxismo.
En la última reunión del partido, celebrada los días
27 y 28 del pasado mes de septiembre en nuestra sede de Turín, junto
a la vital sesión organizativa y de planificación central
única de los medios y del trabajo, hemos dedicado una gran parte
de la misma a la exposición de numerosos informes referentes a los
más diversos temas. Los consideramos como puentes ideales,
fruto de un nada fácil ni ligero trabajo de los compañeros,
entre un pasado y un futuro luminoso, en los cuales la revolución
en el pensamiento de la clase, organizado en el partido, volverá
a dar un sentido y una perspectiva de victoria al movimiento revolucionario
de los trabajadores de todo el mundo.
Como de costumbre en las paredes de la sala estaban pegados los gráficos actualizados de las producciones industriales de los principales países, y la reunión del sábado por la tarde se abrió con el compañero encargado de su clasificación, el cual explicó brevemente los cambios más recientes. Al estar los materiales estadísticos disponibles a finales de septiembre nada podía hacer pensar que la crisis general pudiera invertirse. Valoraremos si se puede prestar atención a las informaciones más optimistas (¡para ellos!) de proveniencia estadounidense.
Otro compañero hizo referencia a la posición marxista acerca de la así llamada cuestión de la acumulación y a la teoría de la crisis.
Retomando trabajos de 1960 se hizo una descripción detallada del Cuadro de Marx acerca de la reproducción simple, a la que sólo se aportaron pequeñas variantes. El esquema representa en efecto una condición particular de la dinámica económica del mundo capitalista, pero no por esto es menos real: responde al caso, por lo demás bastante frecuente, del así llamado "crecimiento cero", en el cual no es que las producciones se detengan sino que prosiguen a la misma escala. A la luz del cuadro resulta evidente el incesante flujo de valor dentro de la sociedad del capital, entre sus secciones y entre sus tres clases, que como una linfa nutriente permite su reproducción. Se entrecruzan y se intercambian, masas de mercancías con masas de valores monetarios, según relaciones de cantidad ligadas por leyes de física social.
La clase obrera vende la única mercancía de que dispone, la fuerza de trabajo, a los capitalistas de las dos Secciones de Marx, la I que produce medios de producción y la II que produce medios de subsistencia. A cambio de ello reciben un salario en moneda, que entregan por entero a los capitalistas de la Sección II a quienes compran alimentos, ropa, etc.
Los terratenientes reciben en moneda una parte de la plusvalía de los capitalistas y lo entregan también a los capitalistas de la Sección II a cambio de bienes de consumo.
Los capitalistas, en lo esencial, una vez pagados los salarios, gastan todo el equivalente del capital constante entre ellos para adquirir nuevo capital constante, necesario para el ciclo sucesivo, y consumen toda la plusvalía que les queda una vez pagadas las rentas en productos de la Sección II, con circulación monetaria en su interior.
El trayecto analítico de nuestra investigación acerca de las leyes de la reproducción, simple o ampliada, que expondremos en las próximas reuniones, hasta llegar a los fenómenos de crisis de sobreproducción, esperamos que no sea ni inmediato ni continuo. La acumulación, o mejor dicho la reproducción del capital, y la destrucción de capital que se verifica en las crisis son fenómenos no opuestos simplemente, uno lo contrario del otro, pero totalmente distintos ya que el primero representa la reducción, la ruptura, la suspensión temporal o espacial de las leyes del primero y su sustitución por otras leyes. Caída de los precios o inflación fuera de control, o sea divergencia extrema entre los precios y los valores, perturbación en los cambios y en las tasas de interés, en el desarrollo de la crisis llegan a resoluciones fuera de análisis. Es algo parecido a lo que sucede con el fenómeno de la respuesta de los materiales ante las pruebas de resistencia; la fase elástica se describe por leyes completamente distintas a las de leyes de ruptura.
El desarrollo del capital descrito en los Cuadros y su natural y sano progreso técnico y social hacen crecer constante y progresivamente las premisas de la crisis. Marca la caída de la tasa de ganancia que se deriva de la continua reducción de su parte variable respecto a la constante. La senda, el espacio histórico - social sobre el que puede reproducirse el capital históricamente, es cada vez más estrecho, su alimento cada vez más escaso. En un momento dado basta con un accidente externo, como una mala cosecha de un cierto producto en un país lejano o una especulación en bolsa o pánico efímero para que se rompan los esquemas.
En todas las fases de este determinismo único, que alterna euforia
y crisis, es donde injertamos la revolución, llevada a cabo en momentos
distintos pero que coincidirán, en conciencia científica
y fuerza combatiente.
Tras una breve suspensión, continuó la exposición de la historia moderna de Irak, cuya ocupación por parte de la coalición angloamericana está resultando más difícil de lo previsto.
La ocupación del territorio iraquí no fue tarea fácil ni siquiera para el imperialismo inglés en los años Veinte. Uno de los instrumentos usados por los británicos para imponer su dominio sobre el país fue el de apoyarse en los jefes de las tribus, en gran parte chiitas, otorgándoles en propiedad grandes latifundios junto a los campesinos que trabajaban en ellos. Y uno de los mayores problemas de los gobiernos nacionalistas surgidos tras el golpe de Estado de 1958, que derrocó la monarquía filoinglesa, fue precisamente el de la propiedad de la tierra.
En la segunda mitad del siglo XX se sucedieron diversas "reformas" agrarias que tendían a crear una clase de campesinos medios que fuese el sostén del régimen burgués contra el proletariado agrícola y de las ciudades y permitiese al mismo tiempo un buen rendimiento agrícola. En 1958 el 3% de los propietarios poseía el 73% de la tierra; el 35% poseía el 24%, y el restante 62% tenía tan sólo un mísero 3%. En 1971 una elite restringida, el 0,4% de los propietarios, poseía todavía el 17% de la tierra, el 49,6% se repartía entre el 75% de los propietarios y el restante 50% debía contentarse con un miserable 8%.
Irak no sólo exporta petróleo, es también un país agrícola y profundizar en la cuestión agraria ayudará a comprender sobre qué estratos sociales se ha apoyado durante más de treinta años el poder del partido Baaz y de su jefe carismático.
El trabajo proseguirá por tanto con el estudio de la cuestión
agraria para más tarde intentar trazar un cuadro del desarrollo
industrial y de la formación del proletariado iraquí.
Actividad sindical entre los ferroviarios
Los trabajos del sábado se cerraron con la lectura de un breve resumen sobre nuestra actividad sindical entre los ferroviarios que prosigue, pese a no pocas dificultades.
El convenio firmado por los sindicatos del régimen ha eliminado cualquier duda entre los trabajadores acerca de las intenciones de la Compañía. No sólo ese acuerdo resulta extremadamente penoso sino que además diariamente es vulnerado a favor de la empresa.
Una resistencia digna de ese nombre existe solamente entre las filas de los maquinistas y de los jefes de tren, categorías que por otro lado, están siendo bastante maltratadas. El sindicato ferroviario ORSA, tras pasar el verano a la expectativa debido a las vacaciones y al aplazamiento por parte de la Comisión de garantía, de dos convocatorias de huelga, ha vuelto al ataque y ha proclamado huelga nacional para la primera quincena de octubre. Es cierto que la ley sobre la reglamentación de las huelgas ya está siendo aplicada, también en los ferrocarriles, oponiendo a los trabajadores mil reglas y limitaciones. Salir de los márgenes de la ley es hoy por hoy impensable, pese a que la condena sería "sólo" de tipo monetario. Muchas son las acciones legales con las que, pese a todo, consiguen salvarse a menudo los trabajadores individualmente de los ataques patronales.
Es cierto que todavía estamos lejos de un extenso movimiento reivindicativo y nos encontramos frente a acciones encaminadas a cubrir la retirada. Los niveles generales de lucha permanecen bajos, pese a que muchísimos maquinistas inutilicen centenares de trenes. El esquirolaje estuvo a cargo de los jefes de depósito, los instructores y los ingenieros, que durante veinte días trabajaron diez horas al día. (Estamos al tanto de su función política, pero habría que intentar la organización sindical incluso en sus oficinas). A la empresa se le creó una situación de emergencia al no hacerse horas extraordinarias y al negarle cualquier colaboración. Ofrecieron una serie de premios para quien colaborase. No obstante la Confindustria (la CEOE italiana), ha conseguido un convenio nacional óptimo, y no quiere ponerlo en discusión ya que le costaría millones de euros.
La ORSA ha estado encabezada por buena parte de los carreristas ex Fisafs, los cuales, una vez perdida la dirección nacional en el congreso de Pescia, es posible que se larguen. En los puestos de trabajo está en marcha la iniciativa departamental, una especie de huelga blanca sobre la base del nuevo convenio que, aunque lo rechacemos tajantemente, representa una serie de reglas que al patrón le gustaría pasar por alto. Los contactos con el SULT y con la CUB son inexistentes a nivel nacional. Localmente no obstante colaboramos con los ex FLTU y UCS que han ido a parar a esas confederaciones.
Nuestra actividad tiende a influenciar el Coordinamento Regionale ORSA
Macchina, con algún que otro buen resultado. Nos encontramos pues
en medio de un trabajo que sólo podemos y debemos hacer nosotros.
Seguimos colaborando con In Marcia, aunque a menudo nuestros artículos
no son bien vistos por la redacción.
La historia de Italia en su espejo ideológico
El domingo por la mañana continuamos los trabajos con nuestra crítica a las lecturas políticas de tipo burgués/oportunista de la historia moderna de Italia.
¿El fascismo fue sólo un paréntesis como dijo Croce, o algo más que una "pesadilla"? Es conocida nuestra tesis: el fascismo no fue simplemente una reacción momentánea ante la amenaza roja, sino la forma de poder estatal sin tapujos que, dejando al margen al estado de derecho, mostraba la verdadera cara de la burguesía. El Estado debía ser fuerte, y esto también lo pedían liberales como Croce, así que el fascismo no se lo hizo repetir dos veces.
Cerrado el paréntesis con su ignominiosa caída, no obstante no fue nada fácil volver a los orígenes y restaurar junto a las garantías constitucionales un modelo social distinto al alcanzado por la dictadura.
Hoy también pensadores y "politólogos" liberales admiten explícitamente que el Estado de derecho es sólo un mito necesario para que los cuerpos separados del Estado no choquen con más fuerza de lo que lo hacen normalmente. Un mito en el que es necesario creer, en virtud de la razón y la racionalidad que deberían presidir la política democrática.
Para frenar el instinto de clase del proletariado, además, es necesario un tipo de Estado que oculte bajo un ropaje democrático, un aparato de represión cada vez más eficiente, de tal modo que pueda aplastar cualquier intento de rebelión.
Para nosotros este tipo de Estado no puede desarrollar ninguna función
de garantía frente al proletariado. Éste sólo necesita
su
Estado y su partido, por muy lejanas que parezcan estar las posibilidades
de constituirlo. Los partidos ex obreros, por el contrario, viven de esto
y en este vacío formal: su función es precisamente la de
convencer al proletariado y a los sin medios de producción que se
puede vivir de derechos y formalismos sin resultados concretos.
Tras una breve interrupción continuó la exposición del estudio sobre la guerra civil norteamericana que abordó la descripción de las acciones bélicas, ya que en anteriores reuniones generales se trataron los capítulos sobre las condiciones políticas, sociales y económicas que llevaron al estallido de la guerra.
Al comienzo de la misma fue el Sur quien obtuvo los éxitos ante la falta de preparación del Norte. Pero la guerra fue larga, y mientras el Norte superaba las derrotas con facilidad, el Sur casi siempre vio como sus derrotas iban acompañadas de pérdidas territoriales que contribuyeron a apretar el cerco militar y económico de los federales, sobre todo con el bloqueo naval.
Los principales escenarios de la guerra se tuvieron en Virginia, donde entre Richmond y Washington, las dos capitales, ejércitos enteros fueron aniquilados por ambas partes: las pérdidas fueron un total de casi 700.000 muertos, sin contar los heridos e inválidos, en un país de 30 millones de habitantes. Durante los 4 años de guerra el Oeste, Tennessee, Kentucky, Mississipi y Georgia fueron literalmente devastadas en una guerra con movimientos más amplios. Será precisamente desde el Oeste de donde le venga a la Confederación el golpe de gracia: la ofensiva de Sherman en 1864 no podrá ser detenida por un Sur exhausto, y en el Este los ejércitos de Lee deberán ceder, tras una tenaz resistencia, en abril de 1865.
La guerra significó también la promulgación de la emancipación de los esclavos de origen africano, lo cual, entre mil dudas y vacilaciones, representó el elemento más progresivo de la guerra, detrás de la misma victoria del Norte, que Marx y Engels en sus escritos habían alentado. En realidad esto no significó la igualdad con los blancos, y en los años sucesivos el ex esclavo caería a una condición económica no muy distinta de la esclavitud, si no peor.
La guerra arruinó al Sur, destruyendo casi totalmente su sistema económico, lo cual era el objetivo principal del capital industrial y financiero del Norte, a quien la guerra sólo aportó prosperidad y beneficios sin precedentes. Pero una prosperidad que no fue percibida por el proletariado, que en el curso de la guerra tuvo que luchar contra la caída del poder adquisitivo de los salarios, en un país que no dudaba en utilizar las tropas contra las huelgas.
Los Estados Unidos salieron de la guerra civil como un Estado capitalista moderno, con la revolución burguesa ya realizada, o sea eliminando cualquier obstáculo a la búsqueda desenfrenada del beneficio, si bien con alguna duda y replanteamiento, como demostrará la fase sucesiva llamada de la "Reconstrucción".
* * *
Para finalizar dos compañeros dieron lectura a breves comunicados acerca del estudio sobre el origen de los sindicatos italianos y una anticipación estadística sobre la difusión de formas de trabajo precario en Italia.
La reunión, eficazmente preparada, concluyó, una vez tomados
los últimos acuerdos de trabajo, con una satisfacción unánime.
PARTIDO
Y ACCIÓN DE CLASE - "Rassegna Comunista", n.
4, 31 mayo de 1921.
La tragedia que Argelia está viviendo desde hace casi dos siglos se ha convertido brutalmente en el último decenio en una guerra civil feroz e interminable que ha provocado más de cien mil víctimas.
La clase política internacional, y con ella los medios de comunicación de masas, hablan de una situación caótica, incomprensible. A la incertidumbre de si los asesinos son bandas de terroristas islámicos o grupos ligados al poder se opone la certeza de que las víctimas son invariablemente proletarios. ¿Quién asesina a quién y porqué se asesina? Esta es la punzante pregunta inútilmente repetida por intelectuales de todo tipo a un público que permanece como un espectador pasivo y aturdido, por no decir aterrorizado, frente a las guerras, a las masacres, a las carestías que se les presentan continuamente. El muro de Berlín ha caído en 1989, pero el ritmo de los conflictos mundiales, que por lo demás no han cesado jamás desde la presunta victoria de la democracia en 1945, no conocen tregua.
El antagonismo USA-URSS, o bien democracia-estalinismo, no es suficiente ya para esconder la "guerra fría" dirigida contra el proletariado, traicionado desde hace decenios por sus presuntos representantes oficiales, mientras el número de las guerras calientes "crece" desmesuradamente. Nosotros comunistas sabemos que el monstruo capitalista es víctima de sus propias leyes, la crisis económica mundial no les concede descanso y prepara la resurrección de su enemigo histórico, el proletariado revolucionario, hoy todavía bajo el yugo de la contrarrevolución. Pero la historia continúa su marcha, y nosotros tenemos aguante.
Desgraciadamente la burguesía ha tomado la iniciativa y golpea tan ferozmente que, además de empeorar las condiciones de vida de los proletarios en todos los países del mundo, difunden los conflictos políticos y militares, transformando la guerra de clase en enfrentamientos aparentemente étnicos, regionales, raciales, religiosos y tribales. Argelia es solo un ejemplo entre muchos otros de este proceso de mistificación de la lucha, en la cual los contendientes se atacan disimulando su identidad real.
La situación de la actual Argelia, a 50 años de que se llevara a cabo la revolución nacional, puede inscribirse como entre aquellas lecciones de las contrarrevoluciones que confirman las tesis del marxismo revolucionario en el largo hilo rojo que liga Marx-Engels a nuestro partido. Es justa la tesis de Lenin, los pequeños países relativamente poco poblados que han alcanzado tarde la independencia nacional en la agonía capitalista, tienen pocas posibilidades de sustraerse al dominio de las grandes centrales imperialistas y obtener una independencia real. No solo eso, la clase dirigente que se pone a la cabeza de la revolución burguesa en los países coloniales nace reaccionaria y toma inmediatamente conciencia de la amenaza mortal constituida por el proletariado y por el campesinado pobre.
El objetivo principal del Partido comunista de estos países es la defensa de los intereses del proletariado; aun si éste participa en la lucha por la independencia nacional, debe conservar siempre su autonomía programática y organizativa, como se establece claramente en las tesis del III Congreso de la Internacional Comunista en 1921. Por su parte, el Partido comunista de las metrópolis debe ayudar a los comunistas de las colonias a mantener su propia independencia mediante un posicionamiento intransigente contra la burguesía imperialista, sosteniendo e incluso criticando la eventual irresolución del movimiento revolucionario, trabajando incesantemente por la unidad de los proletarios de las colonias y del estado colonizador.
En la época de la guerra de independencia argelina el Partido comunista francés, en todo el esplendor de su estalinismo, y los esbirros de la CGT no siguieron esta vía, prefiriendo la que desviaba a los proletarios a la defensa del movimiento argelino "democrático" interclasista y francés "contra el fascismo". Así fue liquidada la tendencia marxista argelina y las masas argelinas definitivamente traicionadas con los acuerdos de Evian, en el momento en que la burguesía francesa le pasó a la argelina las riendas de las maniobras antiproletarias. Sobre la base de los textos marxistas y de los numerosos artículos de nuestra prensa de los decenios 1950-90, el trabajo de partido de hoy tiene el fin de mostrar en qué medida nuestra previsión de 1962 se ha verificado dolorosamente en la Argelia "independiente".
Esto es lo que escribíamos en nuestro "Il Programma Comunista" n.9 de 1962. "El resultado de una insurrección abandonada a si misma, vendida por la izquierda democrática ligada a sus intereses nacional-burgueses, no sostenida por el proletariado traicionado y desorientado, el resultado de la larga lucha heroica del pueblo argelino no es sino una revolución burguesa abortada, la revolución de una burguesía que ha obtenido un éxito político pero que es incapaz de elevarse a la altura de las tareas sociales elementales que le incumben (...)La burguesía argelina, asociada o no a Francia, es incapaz de emprender esta metamorfosis revolucionaria, está incapacitada para resolver incluso de forma burguesa la terrible crisis de la sociedad argelina; no puede dar la tierra a los millones de hombres arrancados de sus pueblos, ni puede proporcionarles ni siquiera un trabajo asalariado. En Argelia se ven llevadas al extremo las contradicciones que, en la era del imperialismo, obstaculizan desde el inicio la revolución burguesa (...) ¿No veis la miseria atroz que les empujaba a la lucha? Pero esta miseria está siempre allí; la burguesía indígena no podrá remediarla y los millones de hombres arrancados de sus raíces y sin trabajo no se dejarán nutrir con palabras. Ellos constituyen una gigantesca fuerza explosiva contra la cual la burguesía argelina afila ya sus Fuerzas del Orden. Que tiemblen, ella y todos los cantores de la paz: no habrá paz social en la Argelia independiente!".
La segunda parte de la previsión prosigue, en el invariable marxismo: "La única ventaja de la "independencia" es la de cortar una hipoteca. Aunque siempre ligada a Francia en virtud de los acuerdos de Evian, la burguesía argelina no podrá ya contraponer a las reivindicaciones sociales la "premisa necesaria" de la independencia nacional, y los problemas se plantearán sobre su verdadero terreno: el terreno de clase. Empujados a la lucha por la desesperación, las masas argelinas tarde o temprano romperán con la Unión nacional y prenderán fuego a la pólvora de la lucha de clase en toda África. El proletariado africano podrá entonces encontrar su unión con el proletariado internacional y, por sus medios, la solución de todos los problemas de los países del Tercer Mundo. Porque ninguna dominación burguesa, cualquiera que sea el color de su piel, podrá poner fin a la crisis social en que los ha precipitado la irrupción del capitalismo. Solo la dictadura del proletariado, liberada de las contradicciones y de los imperativos de la economía capitalista, lo conseguirá".
Esto es lo que nuestro partido proclamaba en 1962 y nosotros, comunistas
internacionalistas, lo retomamos vigorosamente en el 2003 frente a las
masacres perpetradas sobre masas argelinas por el terrorismo burgués.
1. UNA CONFIGURACIÓN DEL SUELO PECULIAR
Argelia, comprendido el Sahara, tiene una extensión de 2.381.741 Km. Es decir, unas 8 veces Italia, con una población de casi 29 millones de habitantes. Pero la parte habitable, que corresponde grosso modo a la zona costera, no supera la distancia que separa Turín de Venecia (450 km) con una superficie de 210.000 km. La parte habitable de África del Norte no es más que una sutil franja flanqueada por el mar y el desierto, el Sahara, mar de arena, de ahí su nombre árabe Djeezirat El Maghreb, isla del sol que se pone, o sea isla del Occidente.
Esta zona costera es atravesada desde el Atlántico hasta Túnez por dos cadenas montañosas que, ligadas por el Medio Atlas marroquí, toman la forma de una A alargada: la cadena septentrional, Atlas Telliano, parte de Tanger, la meridional, Atlante Sahariano, desde Afgadir, para juntarse nuevamente en Túnez. El litoral argelino, con 1.200 km de largo, está formado por arrecifes y Argelia, por ejemplo, se encuentra en una bahía al pie del monte Sahel. El Atlas Telliano cae a pico sobre el mar, sin golfos profundos ni puertos naturales ni ríos navegables que ofrezcan acceso al interior: una costa inhóspita si se exceptúan tres fragmentos de llanura en Oran, Argel y Annaba. El Tell, que en árabe significa altura, corresponde a la franja útil de 80 a 120 km. que se extiende a lo largo de otros mil km. a lo largo de la costa; incluye los altiplanos calcáreos de Tlemcen, Saida y el Ouarnes; al este los altiplanos constantinenses. Entre las dos cadenas una gran depresión de clima continental forma los altiplanos desde Túnez a Marruecos, tierras de pasto y cultivos de cereales.
Sobre la línea costera las precipitaciones alcanzan los 1.000 mm anules con puntos de hasta 1.500mm., correspondientes grosso modo a la media europea. Por el contrario el Atlas Telliano constituye una barrera para los vientos húmedos del Noroeste dejando pasar solo los cálidos y secos. Con todo esto los 200/500 mm de lluvia que caen sobre los altiplanos internos son más que suficientes para el cultivo de grano, cebada, artemisa y esparto (elaboración de pan, utiles y papel). Extendiéndose otros 150.000 km o sea el 6,7% de Argelia, los altiplanos están constituidos por dos conjuntos desiguales: los altiplanos constantineses (42.000 km) que en 1987 albergaban al 12,5% de la población argelina, y los altiplanos argelino-oraneses, semi-áridos, tierra del carnero del esparto. Pegando al Atlas Sahariano, que flanquea el lado meridional de este pasadizo, se encuentra la región sahariana a pie de montañas y el verdadero desierto, dominado en el Sureste por el macizo volcánico del Ahaggar, con una cima de 2.918 metros.
Pero las lluvias no se reparten de forma homogénea, ni en el curso del año ni de un año para otro. Con la excepción del Norte, Argelia es un país seco. Numerosos diques cierran los valles del Atlas Telliano. En el Sur el Atlas Sahariano protege el inmenso Gran Erg occidental y el Sahara árido. A veces lluvias violentas pueden caer sobre el Ahaggar. Periodos de sequía se repiten frecuentemente y, en el curso de un mismo año, tras un periodo de sequía, pueden caer lluvias torrenciales sobre la costa, provocando desprendimientos de terreno. Por esto, la agricultura no puede sobrevivir sin obras hidráulicas que permitan la regulación del agua y sin un trabajo de drenaje constante. Por esta razón Marx incluía a Argelia en el área oriental que se extiende de África hasta las estepas de Asia central.
Argelia es tierra de invasión y de tránsito. Pero su configuración hace difícil atravesarla en el sentido Este-Oeste. Los invasores han llegado por el mar; pero el acceso por mar es posible solo por los extremos del Atlas, Marruecos y sobre todo por Túnez. Así fue cuando llegaron los Fenicios, que fundaron Cartago (Túnez), los Romanos que antes de extenderse al Oeste ocuparon la parte oriental del Magreb, y los Franceses. Una excepción fueron los Árabes que en el siglo VI invadieron África desde el Norte desde el interior. Mientras que con los romanos todas las grandes ciudades estaban situadas en la costa, con Cartago como capital, bajo la dominación árabe la capital será una ciudad del interior, Constantina, también fundada por los romanos.
Casi el 65% de los 29 millones de argelinos tienen menos de 25 años, pero desde 1986 la inseguridad y la bajada en el nivel de vida han llevado a una verdadera caída de la natalidad: de 8 hijos por mujer en 1975 se ha pasado a 3.
Mas de 24 millones de argelinos habitan el norte del país; el Sahara, aun ocupando las 4%5 partes del territorio (2 millones de km), no está poblado más que por 2,8 millones de personas. El 84% de los argelinos se hacinan por tanto en una estrecha faja costera que representa el 16% de todo el territorio y que comprende la parte esencial del tejido industrial. La metrópolis en la bahía de Argel y en la llanura de la Mitiya está estrechamente urbanizada. La población del departamento del Gran Argel, que desde 1987 goza de un estatuto especial respecto a los otros 48 wilayas (departamentos), ha pasado de los 900.000 habitantes de 1966 a los 2,5 millones de 1998, y representa un polo de atracción para decenas de miles de campesinos que huyen del campo y que van construyendo un cinturón de chabolas. A la trágica inseguridad (muchas masacres golpean sobre todo a esta población desarraigada) se añade la falta crónica de agua potable, transportes, escuelas y hospitales. Uno de cada 5 argelinos habita el Gran Argel.
Mitiya es una vasta planicie sub-litoral con una extensión de 100 km. de largo por 10 de ancho, situada entre dos montañas, las bajas colinas del Sahel de Argelia en el Norte y la alta cadena del Tell de Blida en el Sur. La cadena del Tell es una verdadera barrera natural, solo cortada por profundas gargantas y nevada durante parte del año. Mitiya es una llanura agrícola pasada rápidamente a manos de los colonos a viticultura y agrios. Las 1.660 factorías coloniales y el 80% de las tierras fueron reagrupadas tras la independencia en 175 haciendas "autogestionadas". A partir de 1985 estas haciendas y cooperativas fueron divididas en un montón de pequeñas haciendas colectivas cuya privatización fue a beneficio de la especulación inmobiliaria ciudadana. La evolución de la región está ligada a la de la capital. Al Oeste típicamente rural se contrapone una parte central formada por aglomerados urbanos (Blida, Boufarik, Sidi Moussa) y por campos muy pobres, mientras al Este el arco que rodea Baraki y Ruiba-Reghaia, gran zona industrial, se une al aglomerado de Argel.
Mitiya y Sahel concentraban a primeros de los años 90 el 40% de la ocupación industrial de toda la región de Argel, quedando esta última, no obstante su reciente desindustrialización, el principal centro industrial del país. La llanura contaba con 970.000 habitantes en el censo de 1987 (285 habitantes por Km. en 1966 y 720 en 1987). Su tasa de urbanización, 57%, es la más elevada entre la llanura y las cuencas de los valles tellianos de Argelia. El retículo urbano, constituido por una veintena de núcleos, está dominado por Argel. Pero un papel que no es secundario es el desarrollado por Blida, ciudad histórica, importante centro industrial, administrativo y universitario.
El dinamismo económico y demográfico del centro y del Este, ya probado por la crisis económica general, está comprometido por un terrorismo más amplio y virulento que en otros lugares que provoca la huida de la población hacia Argel.
Otra característica del país es la instalación, junto a una población de habla árabe predominante, de los pueblos de habla bereber diseminados por toda África del Norte. Los bereberes, que constituyen la población originaria, viven sobre todo en las montañas (el indígena bereber desde la antigüedad ha buscado refugio en la montaña, dejando las costas al invasor), mientras los de habla árabe viven en la llanura. Los bereberes (el término viene del latín barbari) no representan una población homogénea sino que comprenden diversas etnias que se han establecido en el territorio ya desde el paleolítico y desde el neolítico. Los de habla árabe son en su mayoría bereberes que bajo la dominación árabe han aceptado su cultura. La llanura, el altiplano y las ciudades hablan árabe dialectal. El dialecto bereber tiene variantes en Kabilia, Chaouia (macizo de los Aures), Chleh (en el Oeste), Mozabite y los tuareg (Sur argelino). La misma estructura familiar, agnaticia (por descendencia masculina), pertenece a arabófonos y bereberes. Estos últimos han conservado algunas características de la cultura pre-islámica: la lengua, un derecho consuetudinario, una práctica religiosa externa al Islam.
Los recursos del subsuelo, fosfatos, hierro, plomo, petróleo, gas, se extienden sobre miles de kilómetros cuadrados en las zonas más áridas. Las reservas de petróleo crudo están estimadas en 9 mil millones de barriles, los de gas en 5 billones de metros cúbicos. El 95% de los ingresos argelinos provienen de la exportación de hidrocarburos (136.000 millones de dólares en 1997). Los yacimientos de gas se encuentran en Hassi Messaoud, In Salah y Hassi R’Mel. Los gaseoductos aseguran el transporte hacia la costa (Oran, Arzew, Argel, Tizi-Ouzou, Skikda); un gaseoducto transmediterraneo atraviesa Túnez, Sicilia e Italia y el otro recorre Europa desde Tanger en Marruecos, via España. El gas licuado se transporta a Europa con naves que parten de los puertos de Arzew y Skikda. Los yacimientos de petróleo se encuentran en las mismas zonas de las de gas, con un centro de extracción en proyecto en In Salah y un yacimiento en In Ammas-Edjele. Los principales centros industriales se encuentran por esto en la costa: Oran, Arzew, Argel, Skikda y Annaba. El tejido industrial es muy tóxico: casi el 40% del mercurio vertido en el Mediterráneo proviene de las costas argelinas.
Por la naturaleza de sus costas Argelia no ha sido nunca un país de pescadores, sino desgraciadamente de agricultores y de nómadas.
Los macizos del Aures eran prósperos en la antigüedad y su población, los bereberes chaouis, eran pastores. Dos tercios de la superficie del país están ocupados por dunas, estepas, macizos desérticos. En los oasis se encuentran palmeras de dátiles.
Bajo el peso de la colonización, población y actividad económica han privilegiado la franja costera, siento este el lugar de los primeros asentamientos externos. Todas las ciudades portuarias – Argel, Oran, Annaba- han conocido un gran desarrollo en detrimento de las ciudades musulmanas históricas como Constantina y Tlemcen, que han decaído. En el interior una red de nuevas ciudades, desde Sidi Bel Abbes a Setif a Batna, ha marcado el espacio argelino: dos tercios de las ciudades actuales son de origen colonial. El éxodo rural, ya iniciado bajo la colonización francesa, ha sido acelerado por la industrialización "salvaje" posterior a 1962.
Actualmente las tierras fértiles del Oeste, región de Oran, son el símbolo ya de una agricultura en abandono. Entre la cadena del Dhara y el macizo del Aursenis, en el valle del Chelifff los cultivos agrícolas se suceden durante cientos de kilómetros. La región fue explotada por los "pied-noirs" de origen español (la expresión "pied-noirs" designaba en 1917 a los árabes de Argelia, después en los años 60 pasó a indicar a los franceses de Argelia). En 1962 sus grandes posesiones, devueltas al Estado, fueron remodeladas siguiendo el ejemplo de las haciendas soviéticas dirigidas al monocultivo. Hoy los campos están abandonados y el Estado intenta venderlos.
Argelia no tiene un catastro digno de este nombre, la función
notarial es más que ignorada. Pero esto no quita que el mercado
inmobiliario sea floreciente, con los movimientos provocados por la guerra.
Basta que una masacre golpee un pueblo para hacer bajar los precios de
la tierra, mientras que los mismos precios se alzan en las zonas "normalizadas".
Un "papel sellado", o bien un simple módulo municipal firmado por
el adquiriente y por el expropietario, con el debido timbre, es más
que suficiente. Ya que la mayoría de la población no siempre
posee el título de propiedad del atávico pedazo de tierra,
para evitar una venta "salvaje" está obligada a defenderse enviando
a los notarios una notificación de la venta.
2. CÓMO LA GEOGRAFÍA DETERMINA LA HISTORIA
Las formas de la sociedad argelina y de su modo de producción se explican no solo con las condiciones geográficas sino con su historia, que ha consistido en una serie de colonizaciones. Utilizamos aquí el estudio "Bases y perpectivas económico-sociales del conflicto argelino" aparecido en "Programme Comuniste" n-15 de 1961 y en "Programma Comunista" n.7 y 8 del mismo año.
Escribía Engels a Marx el 6 de junio de 1853: "La ausencia de la propiedad de la tierra es en realidad la llave para todo el Oriente. Aquí reside la historia política y religiosa.¿ Porqué motivo los orientales no llegan a tener una propiedad de la tierra, ni siquiera la feudal? Yo creo que la razón reside sobre todo en el clima, junto con las condiciones del suelo, especialmente con las grandes zonas desérticas que se extienden por el Sahara a través de Arabia, Persia, India y Tartaria, hasta los más altos altiplanos de Asia".
La producción agrícola explota dos elementos naturales, la tierra y el agua. En los estadios primitivos de la producción, el carácter de la agricultura está determinado por el problema: ¿cae la lluvia en cantidad suficiente y en el momento justo? En Oriente es el desarrollo de la irrigación artificial (trabajo colectivo) el que permite la regulación de las aguas y hace posible la agricultura. Cuando la agricultura se ve favorecida por las lluvias, esta pueden utilizar instrumentos de trabajo eficaces para explotar del mejor modo posible los recursos de la tierra y, para las grandes extensiones, exige el empleo de animales de tiro. En las zonas de riego artificial, por el contrario, el trabajo puede desarrollarse con utensilios relativamente más primitivos, pero es necesario ayudarse con todo un arsenal de instalaciones hidráulicas a menudo muy perfeccionadas: pero cuanto más se hace intensivo el trabajo gracias al riego, más disminuye la superficie necesaria para la reproducción de los productores inmediatos y resulta menos ventajoso el empleo de los animales de carga. En las zonas de riego la producción depende por tanto en grado máximo del celo del trabajador, en cuanto se pueden tener más cosechas; la agricultura asume un carácter hortícola, y se demuestra inadaptada la mano de obra servil en el sentido preciso del término, o sea privada de toda propiedad y familia, y operante sobre inmensos fondos privados (como en Roma). En Oriente no encontramos más que esclavos de lujo, domésticos.
Marx retoma la carta de Engels antes citada en un artículo escrito para el "New York Daily Tribune", La dominación británica de la India del 25 de junio de 1853: "El clima y las condiciones geográficas, particularmente las amplias extensiones de desierto se extienden desde el Sahara a través de Arabia, Persia, India y Tartaria hasta las más elevadas altiplanicies asiáticas, hicieron del riego artificial por medio de canales y obras hidráulicas la base de la agricultura oriental. Como en Egipto y en India, también en Mesopotamia, en Persia, etc., las inundaciones se utilizaron para fertilizar el suelo; se explotan las crecidas para alimentar los canales de riego. Esta necesidad primaria de un uso económico y comunitario del agua, que en Europa empujó a la iniciativa privada a formar asociaciones voluntarias, como en Flandes y en Italia, en Oriente, donde el proceso de civilización estaba demasiado atrasado y el territorio demasiado extenso, requirió la intervención del poder centralizador del gobierno. Por tanto a todos los gobiernos asiáticos se les impuso una función económica, la función de proveedor de las obras públicas. Esta fertilización artificial del suelo, que depende del gobierno central y que inmediatamente decae cuando el riego y el drenaje se abandonan explica el hecho, por lo demás extraño, de que extensiones enteras áridas y desérticas fueran en tiempos espléndidamente cultivadas como Palmira, Petra, las ruinas en Yemen y amplias zonas de Egipto, de Persia y del Indostán; explica también como puede suceder que una sola guerra devastadora haya podido despoblar un país por siglos y siglos y despojarlo de toda traza de civilización".
Evidentemente las condiciones climáticas de las que habla Marx son sólo una de las condiciones de tal desarrollo. Las zonas de agricultura de regadío poseen las mismas características fundamentales de las de ganadería nómada, falta de agua, tanto por cantidad como por la distribución en el tiempo. Pero, en un estadio primitivo de la agricultura, es determinante la existencia localmente de una cierta fauna y de una cierta flora: la ausencia de estas condiciones ha causado un estancamiento en Australia y una cultura unilateral en los Andes.
Las zonas de nomadismo y las de riego, aun teniendo una base natural común, tienen diversas estructuras de las fuerzas productivas y tratamientos específicos diversos. Estas dos economías de producción están ligadas a zonas de transición que han conocido las invasiones, las llamadas dinastías nómadas, el fenómeno de las Grandes Murallas y otros trabajos efectuados por masas de hombres. Las grandes sociedades nómadas se desarrollaron en África y en Asia paralelamente a las sociedades agrarias que practicaban el riego, imponiendo a estas desde el exterior un elemento militar y político. En África, esta zona que limita con la región tropical, en la cual no es posible a las economías primitivas, ni tampoco a la economía capitalista, privada y mercantil, reglamentar las aguas para fines agrícolas.
Junto al factor natural de las precipitaciones interviene un factor económico y social: la magnitud enorme de los trabajos hidráulicos necesarios, factor decisivo para determinar las estructuras de la producción agrícola y del conjunto de la economía. Cuando se trata de poner diques a las aguas a gran escala (Río Amarillo, Nilo, Éufrates, etc), construir diques, excavar canales, los medios técnicos de los que disponen los individuos y también los grupos locales resultan insuficientes: la regulación de las aguas debe ser efectuada centralmente, lo que favorece inevitablemente el desarrollo del Estado. La unidad económica – como se ve en Argelia – es más pequeña cuando más se puede organizar por parte de grupos locales (especialmente en las zonas de ganadería y nomadismo). La propiedad no es aquí nunca individual, sino estatal o comunal, porque la apropiación individual no es suficiente.. Además, en estas formas de economía ligadas a la naturaleza, la pequeña agricultura y la ganadería están estrechamente ligadas a la industria doméstica o bien, en las unidades de producción más amplias, a las castas.
Argelia no posee grandes ríos parangonables al Nilo o al Éufrates por lo que no se ha hecho necesario un estado central potente que promoviese los trabajos de riego. Por este motivo Argelia no ha conocido una forma de producción y de propiedad amplia y concentrada. El riego se realiza localmente en los valles de unidades relativamente pequeñas (tribus o grupos de tribus), mientras en el resto del territorio domina el nomadismo.
Ni siquiera existe en el interior una provincia bastante amplia y próspera capaz de llegar a ser, como en otros países ribereños del Mediterráneo, el núcleo de la unidad nacional. Hasta Túnez y Marruecos resultan más favorecidos, ya que Argelia no tiene como territorio interior mas que extensiones infinitas de estepas y de desierto.
La franja costera es más estrecha al Oeste que al Este donde el Atlas ocupa más espacio respecto a la estepa. Esta característica repercute en la naturaleza de la población, sobre el modo de vida y sobre la actividad económica: la agricultura estable se extiende hasta el Atlas sahariano en Argelia oriental, pero poco se aleja de la costa en el Oeste del país donde los Altiplanos sur-oraneses llegan hasta el Norte.
Este desequilibrio entre Oeste y Este está todavía más acentuado por la oposición entre la zona costera cultivada y el interior de economía nomada. Estas dos zonas podrían complementarse armoniosamente en cuanto que tienen necesidad la una de la otra – el Sur más del Norte – para no deteriorarse. Los habitantes de los oasis del desierto y los pastores nómadas de las estepas tienen necesidad de la cebada y del grano cultivado por los agricultores estables de las regiones más favorecidas por las lluvias, pero a cambio ellos les pueden proveer de un preciosa contribución en lana, carne, leche, queso y dátiles. Por esto los reyes bereberes escogían siempre como capital una ciudad del interior, contrariamente a los invasores que limitándose a ocupar la zona Norte han arruinado el Sur y desequilibrado completamente la economía del país.
Una vez más se vuelve a hablar en Italia de las Brigadas Rojas. Tras los homicidios de D’Antona y Biagi; tras el poco claro tiroteo en un tren que se saldó con la muerte de un policía, de un brigadista y la captura de la mujer que viajaba con este último; tras el reciente y extraño atentado en Gorizia, tras todo esto, de manera imprevista las fuerzas del orden se habrían hecho cargo de la situación asestando durísimos golpes a la reconstituida organización conspirativa denominada "Brigadas Rojas". No obstante hay quien afirma, avalado por los más acreditados conocedores del fenómeno, que los recientes arrestos han desarticulado prácticamente la organización secreta.
Nuestro partido durante los llamados "años de plomo" definió claramente su postura acerca del desarrollo y la difusión de la lucha armada en Italia hasta su poco glorioso epílogo: un final deshonroso debido no tanto a los éxitos policiales y a la "capacidad democrática" del País, como se dijo entonces, como a la desbandada de jefes y base que se retiraron pasteleando con el Estado el perdón y las reducciones de penas a cambio de entregar al enemigo su propia organización y sus propios compañeros.
Sin hablar de los "arrepentidos", prácticamente pasados al servicio del Estado, el ex jefe histórico de las ABR, Franceschini afirma: "Nosotros hemos guardado las distancias con el terrorismo. Pero los desasociados han firmado un pacto de lealtad con el Estado. Y son más de 2.500".
Nuestro partido denunció desde el primer momento la matriz burguesa de las diversas organizaciones armadas clandestinas, precisamente cuando muchos que habían perdido la luz de la razón, veían en los brigadistas a los precursores del futuro despertar del proletariado. Lejos de alegrarnos por la aparición de organizaciones que criticaban desde la "izquierda" al oportunismo oficial y que, pretendiendo imitar al marxismo revolucionario, propugnaban la acción armada, nosotros siguiendo las valoraciones dictadas por la doctrina marxista, criticamos sus posiciones políticas y demostramos fácilmente lo lejos que estaban del programa revolucionario del proletariado, inscribiéndoles plenamente dentro de las ideologías pequeño burguesas veleidosas e impotentes tanto desde el punto de vista de la perspectiva histórica, como desde el punto de vista de la superación, aunque sólo sea teóricamente, al actual sistema capitalista.
Las Brigadas Rojas en los años 70 representaron la forma extrema de esa rebelión difusa y rabiosa de las capas pequeño burguesas y semiproletarias que instintivamente veían cómo se acercaba la crisis económica y junto a ella el peligro de la proletarización, inherente a ella. Nosotros, por tanto, definimos el fenómeno del brigadismo no como una "toma de conciencia" anticapitalista sino, por el contrario, como la tentativa reaccionaria y voluntarista de la pequeña burguesía para hacerse un hueco dentro del capitalismo.
¿Podemos atribuir a las Brigadas Rojas actuales las mismas prerrogativas?
Ante todo no hay por parte de los actuales conspiradores, ninguna voluntad de enunciar un programa político orgánico y definido, al igual que no hay voluntad de dar indicaciones y directivas al proletariado (al que afirman referirse) relativas a la reorganización de clase y a los sistema de lucha defensiva susceptibles de movilizar a las masas trabajadoras. Sus documentos aparecen promulgados, como si fueran encíclicas, solamente tras atentados exitosos, y después el oráculo calla hasta el próximo acontecimiento "revolucionario"; el cual puede tardar meses e incluso años. En los intervalos existe un completo silencio. El proletariado deberá esperar con paciencia a que se señale y se castigue al próximo "enemigo del pueblo".
El problema del inexistente vínculo entre organización clandestina y clase no deriva de las condiciones de ilegalidad, sino esencialmente del hecho de que la estructura conspirativa tiene como interlocutor al Estado, al cual se dirige directamente mediante gestos, bien a base de atentados, bien a base de sus propios documentos.
El terrorista es, por su propia naturaleza, conciliador. Al ser el terrorismo un método completamente inadecuado para la destrucción de un Estado, cada golpe que asesta representa una advertencia dirigida a este Estado, con el que tiene interés y voluntad de negociar. En una estrategia revolucionaria esta disipación de energías en pequeñas acciones de distracción, que sólo sirven para alertar al enemigo, habría que considerarlo simplemente como una práctica suicida. O también provocadora, dirigida por el enemigo de clase.
Son muchos los que están estudiando el fenómeno de este resurgimiento de la lucha armada con la intención de dar una respuesta clarificadora respecto a qué son, qué representan hoy las Brigadas Rojas. Las respuestas son siempre discordantes y no sólo porque todos tienen interés en dar valor a tesis políticas preconcebidas, sino también porque, efectivamente es casi imposible dar una catalogación al fenómeno.
Un elemento que todos coinciden en señalar es que hoy, a diferencia de cuanto sucedía en el curso de los años 70, no existen en el escenario de la vida política italiana movimientos de masa de organizaciones radicales de cierta importancia. Tampoco existe una amplia área social que tenga afinidad con la organización clandestina armada y que pueda representar un terreno fértil para el reclutamiento, o que, al menos, se declare neutral: "ni con el Estado, ni con las Brigadas Rojas".
Dice el ex brigadista Franceschini: "En los años setenta un slogan unía a todos los movimientos: el Estado se destruye y no se cambia. El concepto de la lucha armada tenía no sólo una dignidad cultural, sino también un amplio consenso. Los brigadistas podíamos ser pocos, pero nuestros planteamientos encontraban un amplio eco (...) En los años setenta decenas de miles de personas salían a la calle apoyando la lucha armada. Hoy serán una decena, los brigadistas. Y a esta decena no le interesa lo más mínimo el movimiento".
Con estas premisas, el mantenimiento de una estructura clandestina, que no esté "durmiendo" completamente es sumamente difícil. Y es impensable que pueda escapar al control del Estado. Los carabineros afirman, y con razón, que en la lucha contra las organizaciones subversivas las intervenciones represivas deben dirigirse de tal modo que se conserven "algunos brotes, los así llamados "ramos verdes", sobre los que proseguir las investigaciones hasta dar con otras ramas de la estructura terrorista que hay que desarticular". Y el ex brigadista Franceschini afirma con toda franqueza: "Me ha sorprendido que uno de los detenidos estaba dotado con el Nos, el no va más en seguridad. ¿Una vez más nuestros 007 son ineficaces? No creo (...) También en mis tiempos se tenía la sensación de que alguien, desde arriba, nos dejaba las manos libres para luego abandonarnos cuando el juego perdía interés".
Nosotros en vez de decir "cuando el juego perdía interés"
habríamos dicho: "cuando el juego convenía". Sí, porque
para el Estado, el juego del terrorismo nunca perderá interés.
Para los gobiernos burgueses es útil mantener con vida un simulacro
de enemigos, "interno" y "externo", bien controlados, al que fingen combatir,
con sus intimidaciones espectaculares, sus tramas provocadoras, de confusión
y, cuando sea necesario, de represión de los verdaderos revolucionarios
y de las organizaciones sindicales combativas.
El Sr. Adel Smith (bautizado como Emilio), muy italiano él de padre napolitano, fundador y presidente de la Unión de Musulmanes de Italia, asociación más bien ficticia si no fuera por la cantidad de espacios que le han dedicado los periódicos y las televisiones tanto públicas como privadas, espacios que han amplificado desmesuradamente debido a sus extravagantes afirmaciones; si no fuera por esto, como decíamos, habría que considerarlo como uno de esos tipos estrafalarios asiduos a los bares: tan fantasmones como inocuos.
Tiempo atrás escribió al Papa "extracomunitario" invitándolo "a abandonar la religión idolátrico – politeista católica que profesa, y a que pronunciase la ’Shahada’ testimonio de fe de los musulmanes"; escribe después al cardenal de Bolonia ordenándole la retirada de la Iglesia de San Petronio a Mahoma que, pintado en un fresco que representa el juicio universal, desde hace seiscientos años figura entre los condenados; pero sobre todo, el objetivo de su cruzada (¡perdón por usar esta expresión tan fuera de lugar¡) es la abolición del crucifijo ("un cadáver en miniatura clavado en dos maderos") aulas de las escuelas.
Este extravagante señor se ha dirigido después a un tribunal de la democrática República Italiana pidiendo que se retirase el crucifijo de la escuela a la que van sus hijos, y el tribunal, en la persona del juez Mario Montanaro, aceptando la demanda del señor Smith, ha ordenado su retirada. Por lo tanto todo se ha realizado dentro del respeto a la legalidad democrática.
Las protestas de los curas y del Vaticano no se han hecho esperar; pero más que los curas han gritado los mayores representantes de las sagradas instituciones democráticas, empezando por el presidente de la República que, no teniendo nada mejor que hacer, ha definido el crucifijo como el "símbolo de valores que están en la base de nuestra identidad". También el ministro de Justicia Castelli ha decidido intervenir y ha encomendado a unos inspectores la misión de investigar si existe la posibilidad de castigar disciplinariamente al juez. El ministro de Instrucción no ha querido ser menos y ha dejado clara su postura de una vez por todas: "Aplicamos y continuaremos aplicando las disposiciones legales de 1924, nunca abolidas, que precisamente obligan a todas las escuelas a exponer el crucifijo, al igual que en todos los tribunales". La tensión ha llegado a tal punto que el juez Mario Montanaro, debido a la repercusión de su decisión, parece haber recibido amenazas telefónicas y ha debido recibir protección policial.
Al final todo se ha resuelto por parte del presidente del tribunal, al admitir el recurso del abogado del Estado contra el dictamen anticrucifijo, reclamándose al artículo 669 terdecies, del Cogido del procedimiento civil relativo a las reclamaciones contra las disposiciones cautelares (como la del juez Montanaro). La norma no obstante establece que el presidente del Tribunal cuando recibe un recurso contra una "providencia que acarrea grandes daños" puede disponer "mediante un dictamen no recurrible la suspensión de la ejecución". La abogacía del Estado en su recurso sostiene que, pese a admitir que a los dos hijos de Smith les molesta la presencia del crucifijo, "la ejecución del dictamen del juez crea en la mayoría de los demás alumnos una gravísima molestia, agravada por la dificultad de comprensión de las razones de la retirada. Es fácil intuir el grave impacto emocional en los alumnos, inmaduros por su edad, frente a un cambio, repentino y para ellos no perceptible en las razones jurídicas".
Queda claro que por nuestra parte no nos ocuparemos lo más mínimo en dar nuestra opinión sobre esta ridícula disputa. Pero tampoco podemos ignorar que toda esta provocación aparece precisamente en un momento de preparación bélica en el que todo sirve para sembrar desconfianza y odio entre los trabajadores. Las guerras de los burgueses, incrédulos pero santurrones, o se hacen sin Dios, desde el Gott mit uns al in God we trust al Alá akbar con unos símbolos sagrados esgrimidos como armas para golpear a los infieles. No obstante aprovecharemos este asunto para remachar algunos de nuestros conceptos respecto a la religión.
Marx, hablando del choque religioso entre hebreos y cristianos, afirmaba: "¿Cómo se resuelve una disputa? Haciéndola imposible. ¿Cómo se hace imposible una disputa religiosa? Eliminando la religión. En cuanto los cristianos y los hebreos vean a sus respectivas religiones como diversos periodos de la evolución del espíritu humano, parecidos a pieles de serpiente abandonados por la historia, y reconozcan como la serpiente que se cubría con ellas, entonces no se encontrarán ya ante una relación religiosa, sino simplemente ante una relación crítico científica, humana. La ciencia constituirá su unidad: en la ciencia las diferencias se resuelven por medio de la misma ciencia".
¿Qué dice por el contrario la parte más avanzada de la intelectualidad laica actual? Aspira a un Estado en el que no exista ni religión estatal, ni una religión declarada mayoritaria, ni preponderancia de un culto sobre los otros. Un Estado completamente al margen de la religión, según la conocida fórmula de Cavour. Esta aspiración, antes de serlo de los ciudadanos laicos, es la aspiración del mismo Estado que, teóricamente, no puede otorgar límites a su propio poder.
Puede parecer una paradoja, pero el Estado se emancipa de la religión no cuando tiene una religión de Estado, sino cuando no la tiene. O sea: sólo cuando se sitúa por encima de las Iglesias particulares se constituye como universalidad. Pero también esta emancipación del Estado, cuando se dé, no llevaría a ningún cambio en el plano social ya que el hecho de que el Estado se libere de un cierto vínculo no significa en absoluto que sus ciudadanos se hayan liberado de ese vínculo.
El Estado puede ser un Estado libre sin que el hombre sea un hombre libre.
Para explicar este concepto Marx recurre al parangón con la propiedad privada: "la elevación política del hombre por encima de la religión implica todos los defectos y todos las méritos de la elevación política en general. El Estado en cuanto Estado anula por ejemplo la propiedad privada; el hombre declara políticamente abolida la propiedad privada en cuanto abole la renta como elemento determinante para el electorado activo y pasivo, como ha sucedido en muchos Estados de Norteamérica (...). ¿Acaso no queda abolida idealmente la propiedad privada cuando el desposeído se convierte en legislador del poseedor? El censo económico es la última forma política de reconocimiento de la propiedad privada. Sin embargo, con la anulación política de la propiedad privada, no sólo no es abolida ésta, sino que se la presupone".
De igual modo la libertad religiosa no sólo no significa para nada liberarse de la religión, sino, por el contrario, garantiza la existencia y la vitalidad de la misma.
El pensamiento laico puede llegar a admitir, a nivel teórico, que nuestras argumentaciones sean exactas. Pero pretende, hasta que el hombre no sea educado y liberado de la superstición, que la religión quede relegada al ámbito de la esfera personal, privada. Esta que, según el modelo ideológico burgués representaría la mejor de las soluciones, para los marxistas es la más aberrante. De este modo la religión no representa ya "el espíritu del Estado, dentro del cual el hombre, si bien de un modo limitado, en una forma y en una esfera particulares, se comporta como especie, en comunidad con otros hombres: llega a ser el espíritu de la sociedad burguesa, de la esfera del egoísmo, del bellum omnium contra omnes. Ya no es la esencia de la comunidad, sino la esencia de la discriminación. Se convierte en la expresión de la separación del hombre de su comunidad, para sí y los demás hombres. Es solamente el reconocimiento abstracto de la particular absurdidad, de la extravagancia privada, de la arbitrariedad (...). La religión ha sido rechazada dentro del cálculo de los intereses privados siendo exiliada de la comunidad en cuanto comunidad. Pero no hay que ilusionarse acerca de los límites de la emancipación política. La escisión del hombre en individuo público e individuo privado, la dislocación de la religión desde el Estado a la sociedad burguesa, no son un paso adelante, son la realización de la emancipación política que elimina tan poco la religiosidad real del hombre como poco mira por eliminarla" (Marx).
La religión no podrá ser eliminada mediante la crítica intelectual, sino sólo mediante la transformación revolucionaria de las relaciones sociales existentes, de las cuales derivan las creencias supersticiosas. El hombre no se verá libre del yugo de la religión antes de liberarse del yugo de las relaciones de clase; no puede suceder al contrario. La burguesía iluminista y revolucionaria, que creía haber fundado el reino de la Razón sobre las ruinas de la superstición religiosa, no sólo ha debido reconocer su propia impotencia, sino que además, para garantizar el mantenimiento de su propio dominio de clase, se ha visto obligada a arrojarse en brazos de la religión.
Para el proletariado, por el contrario, ya en esta sociedad, la militancia
en el partido de clase representa la liberación de las ataduras
de la religión. Escribe Engels: "Puede decirse de la gran mayoría
de los trabajadores socialdemócratas alemanes, que entre ellos el
ateismo sobrevive a si mismo. Esta palabra puramente negativa ya no les
afecta, dado que ellos no se oponen de manera teórica ya, sino práctica
a la fe en Dios; puede decirse que no quieren saber nada de Dios, viven
y piensan en el mundo real y por eso son materialistas".
Caúcaso: inestabilidad permanente
Llegan periódicamente noticias de Chechenia, dándonos
una idea de la feroz guerra, que pese al silencio oficial, todavía
existe entre Rusia y los independentistas chechenos (con sus conexiones
internacionales). Al igual que está sucediendo en China con el descarado
apoyo americano a los islámicos de Xinjiang, otro tanto sucede en
el Caúcaso. Y recientemente la política exterior USA se ha
apuntado un importante triunfo en Georgia con la dimisión forzada
del presidente Shervernadze y el encumbramiento del hombre made in USA,
preparado como repuesto a la medida de los intereses del imperialismo yanqui.
No es arriesgado afirmar que los oleoductos, operativos o en proyecto,
están jugando un importante papel político-militar tanto
en Chechenia como en Georgia.
España: accidentes laborales y sentencias judiciales
La Audiencia Provincial de Pontevedra ha hecho recaer la responsabilidad
de un accidente laboral sobre un trabajador por acción imprudente.
A esto se une el rechazo del Consejo General del Poder Judicial a investigar
la siniestralidad laboral, que en España dobla la media de la UE.
No es preciso añadir muchos más comentarios para deducir
que está en marcha una operación de amparo total y sin fisuras
del aparato judicial a los crímenes de los capitalistas. No nos
debe extrañar, pues desde Marx sabemos que la famosa división
de poderes propia del capitalismo, e insignia máxima de este régimen
podrido, no es más que la pantalla que esconde la realidad del poder
único y dictatorial de la clase burguesa y su Estado.
Perú: huelga de los trabajadores de la enseñanza
El pasado mes de mayo los maestros peruanos se declararon en huelga
por aumentos salariales. Al sector de la educación se unieron posteriormente
los trabajadores de la sanidad, transportistas, campesinos... de tal manera
que el gobierno de Alejandro Toledo decretó el estado de emergencia,
solicitando además la valiosísima colaboración del
sindicalismo oficial. Queda una vez más en evidencia el verdadero
carácter de la democracia burguesa, que más tarde o más
temprano dejará caer, ante la crisis inexorable del capitalismo,
su talón de hierro también en el idiotizado mundo rico.
Elecciones en Serbia
Según se está viendo la "consolidación" de la democracia
no está siendo nada fácil en Serbia. Por tres veces consecutivas
en un año, la burguesía serbia ha intentado que la mayoría
de la población (esto es la clase obrera) otorgara su confianza
a alguno de los candidatos presidenciales. Y por tres veces la altísima
abstención (en las últimas sólo acudió a votar
un 38,8%) ha invalidado la suprema farsa. Pese al resultado de las últimas
elecciones, que debido a la insistente campaña pro votación
por parte de la burguesía, parece que ha dado algún fruto
(llamémoslo así) el desengaño y la desconfianza ante
la democracia burguesa parecen ser la tónica dominante. No obstante
al tratarse de una situación fruto de la frustración individual
el sistema sigue en pie. Pasar de la abstención individualista y
desorganizada a la abstención militante y combativa por la revolución
y la sociedad comunista es tarea primordial para el proletariado de Serbia
y del resto del mundo.
Prestige: 1 año después
Sin garantía alguna sobre su estado, el monstruo marino
con las miles de toneladas de petróleo que almacena en sus tanques
sigue siendo una cuestión candente. Lo que sí parece haberse
resuelto es quién va a pagar de momento las indemnizaciones a los
afectados. Según declaraba el Director de la Oficina Española
y responsable de reclamaciones del FIDAC (Fondo Internacional de Compensación
de Daños por Hidrocarburos), el susodicho "Fondo" tiene liquidez
para desembolsar solamente el 15% de los daños y en lo que respecta
al resto: "el contribuyente español [o sea los proletarios, que
son los que pagan impuestos] deberá ayudarnos". Ha pasado un año
y el Estado burgués ha puesto manos a la obra creando inútiles
organismos burocráticos dirigidos por politicastros con sueldos
millonarios. Ni una sola medida de prevención ha sido adoptada,
y tal es así que nuevamente vuelven a surcar las aguas gallegas
los hermanos gemelos del Prestige. Por otro lado, parece ser que la experiencia
de los miles de voluntarios les pareció genial y dan por hecho que,
llegado el momento, tras un nuevo desastre, lo repetirán. Incluso
ya se habla de organizar las posibles olimpiadas madrileñas con
la ayuda de "voluntarios", que como modernos esclavos (comida y cama) servirían
útilmente al Capital.
Afganistán y el rentable opio
Después que las tropas del BIEN desalojaron al MAL, la producción
de opio en Afganistán ha crecido un 6% con respecto al año
pasado. De esta manera este singular país se ha convertido en el
primer productor mundial de tan singular materia prima. La superficie cultivada
ha pasado de 74.000 hectáreas a 80.000. En 1999 había 18
provincias productoras, ahora hay 28 del total de 32 que conforman Afganistán.
Pese a la "prohibición" del gobierno títere de Hamid Karzani
de cultivar opio, lo cierto es que el negocio prospera y mueve 1.300 millones
de dólares, o sea la mitad del PIB del país. Afganistán
no es Irak y por eso a falta de petróleo para sufragar los gastos
de la guerra-ocupación bienvenido sea el opio, que además
de ser un negocio rentable cumple una importante función social
contrarrevolucionaria.
Ser pescador en España
Según un informe del Ministerio de Trabajo español, la
jornada media de los pescadores alcanza las 80 horas semanales. El descanso
diario es del orden de 4 a 5 horas, con un trabajo agotador y lleno de
peligros. La remuneración se efectúa con arreglo al volumen
de capturas, por lo que si se captura poco, se cobrará poco. En
el caso de la flota española, mayoritariamente artesanal, se trata
de barcos pequeños, con camarotes reducidísimos y con grandes
carencias higiénicas. Como colofón añade el informe
que las condiciones de vida y de navegación han convertido la pesca
marítima en el oficio más peligroso de la Unión Europea.
Evidentemente, dado el alarmismo del informe, queda de manifiesto que es
obra de un peligrosísimo agente comunista infiltrado en alguna importante
sección del Ministerio, por lo cual ya se han tomado las medidas
oportunas.
China: un país, un sistema
El mundo asiste estupefacto al imparable avance de las medidas económicas
"socialistas" en China. Así el gobierno ha anunciado el cierre de
2.500 empresas públicas en dos años, con unas plantillas
de más de 5 millones de trabajadores. Muy claro lo ha dicho el ministro
Li Rong: "las empresas en números rojos que aún están
funcionando serán cerradas sin remisión". Los bancos no perdonan
las deudas contraídas por estas empresas y que ascienden a 25.210
millones de euros. Desde 1998 China ha despedido a 28 millones de trabajadores
estatales y las cosas parece que van a seguir por ese camino ya que según
el mismo Li Rong la mayoría de las empresas públicas chinas
va a ser privatizada en los próximos 5 años. Sólo
queda que reconozcan, de una vez por todas, como sus homólogos estalinistas
europeos, que efectivamente, y gracias a la revolución burguesa
maoísta, China puede equipararse al resto del mundo: un país,
un sistema, el capitalista.
Boston: archidiócesis en venta
Alrededor de 85 millones de dólares deberá ofrecer la
iglesia católica de Boston a las víctimas por abusos sexuales
de sus sacerdotes. Para pagar venderán su sede episcopal (un lujoso
edificio a imitación de un palacio italiano del Renacimiento), y
además 11 hectáreas de jardines. No deja de ser significativo
el silencio oficial del clero católico y del Vaticano ante estos
escabrosos asuntos, y la ruidosa beligerancia que muestran en temas como
las relaciones sexuales (las de los demás, claro está), los
anticonceptivos o el aborto.
Más sobre el "socialismo" cubano
Un gigantesco fraude por valor de miles de millones de dólares
ha sido descubierto en Cuba. Los directivos de la empresa Cubacanán
han hecho ni más ni menos lo mismo que sus homólogos del
resto del mundo. La existencia del fraude financiero también en
Cuba sólo pone de manifiesto el carácter abiertamente burgués
de su sistema socioeconómico, porque, y es menester repetirlo una
y otra vez dada la versatilidad actual de la memoria humana, lo que caracteriza
a la economía socialista, que será internacional o no será,
es la inexistencia de balances empresariales de ganancias y pérdidas,
de transacciones monetarias e intercambio entre equivalentes. En la sociedad
socialista no pueden existir los fraudes económicos por la sencilla
razón de que no existirá la moneda, ni tampoco la ganancia
ni el beneficio, individual o de empresa.
A propósito de la "unidad" de las fuerzas "revolucionarias"
Como ha enseñado la experiencia histórica, solamente bajo una total homogeneidad teórica, programática y organizativa es cómo puede afrontarse la nada fácil tarea de enviar al capitalismo y a su superestructura política al museo de antigüedades del que nos hablaba Engels. Esto equivale a decir que la clase obrera necesita un único partido revolucionario y no un montón de informes grupitos que dicen representarla reclamándose al marxismo y aún más a la Izquierda Comunista italiana. Por eso, y repitiendo las mismas palabras de Marx y Engels, nosotros también afirmamos que las credenciales como portador de la antorcha de la revolución las ha recibido el partido de su propia tradición, de sus tesis y modo de funcionamiento basado en el Centralismo Orgánico. Es por ello por lo que el partido no participa en debates de ningún tipo, ni elabora documentos conjuntos con otras organizaciones (por muy "afines" que sean), ni plataformas políticas donde reinan la democracia y la confusión más absoluta, ni nada por el estilo. Los amantes de este tipo de pasatiempos pueden practicarlos cuanto deseen, pero que no cuenten con nosotros. Y pierden el tiempo quienes pretenden conducirnos una y otra vez hacia el pantano del oportunismo bajo la mentirosa bandera de la unidad.