Partido Comunista Internacional


Pequeñas esclavas

(Compagna, n.8, 1922)



Los periódicos ingleses llevan tiempo planteando una pregunta sobre la colonia de Hong Kong. La costumbre de vender niñas de diez a doce años se ha perpetuado en esta isla. Esta venta se llama “Min-Tsai”. ¿Es el sistema “Min-Tsai” una adopción, como algunos afirman? ¿Es esclavitud? Los hechos, indiscutibles, confirman que sí lo es.

En familias pobres, las niñas son vendidas por sus familiares a compradores que declaran adoptarlas. El precio varía entre 10 y 15 dólares por cada año de edad.

Hay dos categorías de compradores: algunos buscan niñas para el servicio doméstico, otros para prostituirlas; en estos últimos casos, pagan a sus familiares una suma mayor.

La costumbre dicta que las niñas vendidas para servir como sirvientas, no se prostituyen sin su consentimiento y el de sus padres. Pero se aprecia la fragilidad de tal compromiso, sobre todo cuando se sabe que los contratos de compraventa contienen cláusulas como estas: «La niña podrá ser empleada como el comprador considere oportuno». O: «No se realizará ninguna investigación en caso de fallecimiento».

Cada año, 50.000 niñas son vendidas y abandonadas a su suerte.

Los defensores de este sistema argumentan, que estas niñas son tan infelices en casa que cualquier cambio en su estilo de vida mejora su situación. Estos argumentos ya se utilizaban para justificar la esclavitud de los negros. Consideramos esta costumbre absolutamente condenable. Pensamos que la propaganda para la limitación de la natalidad, se impondría a estas poblaciones demasiado prolíficas y tan miserables. Sería más moral que la venta de estas pequeñas desafortunadas.

Pero el egoísmo es tal que la lucha se presenta bajo un aspecto muy difícil.

Una parte de la opinión pública inglesa se ha alzado contra esta explotación colonial en particular. Se ha presentado al Parlamento un proyecto de ley que prohíbe el sistema Min-Tsai. Pero es más fácil enviar a 15.000.000 de hombres a la muerte que salvar a niñas tratadas con tanta crueldad, y pasará mucho tiempo antes de que esta esclavitud sea abolida.

Todos estos horrores no se erradicarán definitivamente excepto mediante una transformación social, que garantice la vida de todos los niños, de todas las etnias, y que todas las mujeres puedan defender su individualidad en todo lugar y siempre.

De Ouvrière, (La trabajadora)